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Actualizado: 9 de junio de 2025


Además, por lo que he podido observar y han observado también algunas personas de la familia y de fuera, en casa de Fernando reina cierto desconcierto inevitable; por buena que sea una ama de llaves, por buenos que sean los criados, no es posible que atiendan como corresponde a todos los pormenores... Tu misma educación, Miguel, anda bastante descuidada al decir de la gente.

Floripond, el poderoso banquero, la fea, la huesuda, la descuidada, la envidiosa Iselda, había escondido, donde no pudiese ser hallado, su caja de lápices de dibujar: por supuesto, la caja no aparecía: «¡Allí todas las niñas tenían dinero para comprar sus cajas! ¡las únicas que no tenían dinero allí eran las tres del Valle!» y las registraban, a las pobrecitas, que se dejaban registrar con la cara llena de lágrimas, y los brazos en cruz, cuando por fortuna la niña de otro banquero, menos rico que Mr.

Pareciola asimismo que una mano trémula asía una mano suya que pendía descuidada, y que en ella unos labios ardientes posaban un amoroso beso.

El campesino de esa comarca tiene una fisonomía poco inteligente y viva, y su pobre vestido de tela azul de algodon, indica que la falta de abrigo aflige en los inviernos á la poblacion rural. Y no solo se hace del humilde y resignado burro un agente de labor agrícola, sino que se le honra con el tiro de las tartanas y ligeras carretas rústicas, ó cabalgándole con descuidada confianza.

Eran libertos los que en virtud de la emancipacion ó por beneficio de la ley pasaban del estado de servidumbre al de libertad; sin embargo, así los esclavos como los libertos formaban parte de la propiedad mueble, la mas estimada en España, donde siempre fué descuidada la agricultura.

El doctor se puso un poco encendido y disimuló con un ziszás entre ceja y ceja su enojo, doble por lo de haberle llamado D. Basilio y haberle hecho enseñar la punta de la oreja de su descuidada educación en materia de antigüedades. «¡Qué animal es este calzonazospensó, y siguió: Es necesario que vayamos a la raíz del mal. No le cogía a Reyes tan de nuevas la cuestión como creía el otro.

Juan la estrujó contra sus labios en silencio, lloró sobre ella, y devolviéndosela al ministro de Dios, repuso amargamente: ¡No me han enseñado! ¡No ! En una extensa planicie formada por tierras de panllevar, estaba la casa solariega de los Niharra, donde descuidada del mundo, cuidadosa de su hacienda y soñadora con sus recuerdos, vivía doña Inés, a quien en los contornos apellidaban la Santa.

Esto no lo oyó Rubín, que a la sazón estaba jugando a las damas con Izquierdo. Trajeron la leche, y cuando Encarnación se la servía a su ama, esta vio que habían caído dos moscas; le entró mucho asco y puso a la chiquilla como hoja de perejil, llamándola puerca y descuidada. El regente mandó traer más leche, y dijo que la de las moscas se la bebería él, pues no tenía asco de nada.

De entre los hogares que se le abrieron a Melisa cuando se supo su conversión, el maestro prefirió el de la señora Morfeo, un ejemplar femenino y bondadoso de la flora del Sudoeste, conocido en su mocedad por el apodo de «Rosa de la Pradera». Era la señora Morfeo uno de aquellos seres que luchan resueltamente contra su propia naturaleza, por medio de una larga serie de actos de lucha y de abnegación, habiendo subyugado, por fin, su disposición, naturalmente descuidada, hasta tener principios de «orden», que, al igual que el señor Pope, consideraba como «la primera ley moral». Pero no podía gobernar del todo las órbitas de sus satélites por regulares que fuesen sus propios movimientos, y hasta su mismo «Jaime», tenía a veces con ella frecuentes choques.

Hasta... hasta donde siempre... sólo que, verás, me estuve en el banco en que me dejaste en la Glorieta, lee que te lee hecha una tonta, y me bajé después muy despacio hasta el Miradorio... Viéndome allí ya, como estaba la mañana tan hermosa, alargué el paseo hasta cerca del muelle; pero cuando más descuidada estaba, oigo el reló de la Colegiata, me pongo a contar, ¡Dios mío! y cuento las doce.

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