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Actualizado: 8 de junio de 2025


No había milagro; el sol iba á salir, la mañana prometía ser magnífica, la brisa era deliciosamente fría, las estrellas en el oriente palidecían y los gallos cantaban á más y mejor. Aquello era mucho pedir; ¡más facil le era á la Virgen enviar los doscientos cincuenta pesos! ¿Qué le cuesta á ella, la Madre de Dios, dárselos?

Y se sintió tan deliciosamente refrescado que olvidó no sólo los cuidados presentes, sino hasta los placeres pasados. Una luz nueva iluminó su espíritu; comparó de una sola ojeada sus antiguos amores, agitados y cenagosos como un charco, con la dulce limpidez de la felicidad legítima. Es la historia de todos los maridos jóvenes.

Ruega la ninfa, se irrita, está a punto de llorar; pero ni su enojo ni sus lágrimas consiguen ablandar el corazón empedernido de los infames sátiros. Por fin se resigna a descender y, aunque toma muchas y castas precauciones, éstos logran ver un pie deliciosamente calzado y un nacimiento de pierna que les hace rugir de gozo.

¿Y entonces? preguntó, por fin, Marieta. Entonces, dijo lentamente Tragomer, creo que se ha cometido en este asunto un error judicial y que nuestro amigo Maugirón hablaba hace un momento con mucha razón. Yo he conocido mucho á Lea Peralli, dijo Lorenza Margillier. Era una muchacha muy agradable y que cantaba deliciosamente.

Y bien, Magdalena preguntó la de Ribert para evitar a San Pablo una nueva algarada; ¿qué tiene usted que reprochar al matrimonio, hija mía? El marido respondí con sincera convicción. ¡El marido! exclamó la de Ribert riendo, con gran contento de Genoveva, que gozaba deliciosamente de la alegría de su madre. ¡El marido!... Qué gran verdad...

Poco después, la luna bañaba deliciosamente los jardines; y yo, muy fresco, de corbata blanca, entraba del brazo de Camilloff en el «boudoir» de la generala. Era alta y rubia, tenía los ojos verdes de las sirenas de Homero; en el descote bajo de su vestido de seda llevaba prendida una rosa blanca; y en los dedos, que yo besé respetuosamente, erraba un perfume fino de sándalo y de .

Si el proyecto de la Condesa de Husson marcha bien, he aquí algo que compensará mis pérdidas en Ascot pensó juiciosamente. Este rubí sentará deliciosamente en la mano de miss Maud. Haré rehacer el engaste con algunos brillantes; un anillo más relumbrante se armonizará mejor con su género de belleza.

La luna iluminaba las ondas deliciosamente, produciendo admirables reflejos en la limpia estela del vapor. Pero la tierra estaba velada por las nieblas de la costa, y no fué posible verla sino en el momento de entrar al siguiente dia en el puerto de Tarragona. Centenares de presidiarios trabajaban allí en terminar el puerto con una gran muralla edificada entre las ondas.

Los franceses tienen un palaustre, con el cual adoban y alisan tan admirablemente la exterioridad de las cosas, la parte que se ve, lo que está por fuera, lo que produce en nuestros sentidos y en nuestra fantasía el primer efecto dramático: preparan tan deliciosamente las cosas con unos cuantos golpes de su portentoso palaustre, que aquí casi todo parece arte, cuando real y verdaderamente casi todo es un simple artificio.

Cecilia tomó de la librería un volumen de versos, y se puso a leer sentada cerca de los pies de la cama. Al cuarto de hora Gonzalo dormía deliciosamente, con la tranquilidad de un niño. La joven suspendió la lectura al observarlo, y le contempló atentamente, mejor dicho, le acarició con los ojos larguísimo rato.

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