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Actualizado: 9 de octubre de 2025
Quedamos en que no volverás a las andadas ni me escribirás majaderías: no merecen otro nombre las cosas que dices. Mi padre podrá no dejarme casar contigo; pero, ¿casarme con otro? ¡Eso si que no! Lo que es de esto te responde tu Paz. Vamos, yo no entiendo esas sublimidades tuyas de sacrificios y tonterías. No he pensado, ni pienso, ni pensaré jamás en dejarte por nada de este mundo. ¿Lo sabes?
Intentó incorporarse, Juan la contuvo oprimiéndola el talle, y aún más con el suplicar de su mirada, al mismo tiempo que decía: No perdamos tiempo en recriminaciones inútiles. ¿Me he portado mal?, pues te pido perdón. ¿Has obrado por despecho?, te perdono. ¿Nos hemos equivocado los dos, yo al dejarte y tú al olvidarme?, pues venzamos a la desgracia.
Tú mira bien lo que te digo: siempre y cuando quieras ser honrada, serlo; pero dejarte de casar, ¡dejar de casarte!, que no se te pase por la cabeza, hija de mi alma. Fortunata parecía recobrar la calma con esta exhortación de su amiga, expresada de una manera cariñosa y fraternal.
Yo me pongo en su caso...». Después de sondear su alma y de pensar atropelladamente diversas cosas, Isidora dijo esto a su buen padrino: «Debe usted marcharse... Yo no voy a casa todavía. ¡Marcharme!, ¡dejarte sola!... Tú estás loca replicó él no sabiendo renunciar al goce indecible de estar al lado de su ahijada. Es que no puedo ir a casa todavía... Márchese usted, que si no le reñirá D.ª Laura.
Luego, en tono más tranquilo, prosiguió: Oye, Hullin; no te quiero mal; eres valiente; los descendientes de tu raza pueden mezclarse con los de la mía; deseo una alianza contigo, tú lo sabes... ¡Vamos! pensó Juan Claudio ; otra vez me va a hablar de Luisa... Y como previese una petición en regla, dijo: Yégof, lo siento mucho; pero me veo obligado a dejarte; ¡tengo tantas cosas que ver!...
Mas nunca lloran su ilusion perdida Los que se van en medio de la vida Para encontrarse en brazos de su Dios, Porque siempre se miran en la mente Como cuando esclamaron tristemente Al dejarte por siempre: ¡Adios! Adios!
«¡Dejarte! rugió el viento arrebatándole en un torbellino y volteándole en el aire como un trompo ; no en mis días.» Las lágrimas que se asomaron a los ojos de Paca, corrían ya por sus mejillas. El viento siguió la abuela depositó a Medio pollito en lo alto de un campanario. San Pedro extendió la mano y lo clavó allí de firme.
Al salir de la iglesia le dijo resueltamente: Hoy, quieras que no, tienes que dejarte guiar por una ciega. Hazme el favor de buscar un coche. Se fueron al primer puesto y en el trayecto Cirilo no dejó de preguntarle adónde pensaba conducirle. Ya lo sabrás. Hasta que subieron al vehículo y Visita dijo triunfalmente «a la Bombilla» no logró averiguarlo. Ya están en la Bombilla.
Yo te escribiré, te daré cuenta exacta de mi vida... todos los días sabrás de mí aunque esté en el polo; pero quédate, no desesperes a tu madre, cierra los ojos ante sus injusticias, que al fin obedecen a lo mucho que te quiere... ¿Crees que yo no sufro al dejarte? ¿Te imaginas que es poco huir dejando aquí la mayor felicidad de mi existencia?...
El amor es siempre contrariado por la familia observó, dándose importancia. ¿Crees eso? Sí. Hay que tener energía y no dejarte influir... Pero... Si cedes, todo está perdido. No cedo respondí; pero, en fin, Francisca, yo no conozco al señor Baltet... Que no le conoces... ¿Y la famosa carta?... Es verdad; existe la carta. Una carta como esa, basta para inflamar un corazón...
Palabra del Dia
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