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Actualizado: 18 de junio de 2025
Gracias, Elena, por vuestro recuerdo. ¿De modo que no me habéis olvidado? ¿Olvidado, Federico? Vos y Marta sois las únicas criaturas que me habéis amado en la tierra. El joven meneó la cabeza, y dijo precipitadamente: No tenemos tiempo para cambiar palabras dulces. Decidme, Elena, ¿de dónde procede vuestra aya? De Bruselas, Federico. ¿Cuál es su apellido? Se llama Marta, Marta Sweerts. ¿Quién es?
Sí, hijo, sí; ni permita Dios que vea yo un dolor sin compadecerlo, ni que sea como esos desalmados que oyen un ay como quien oye llover. Que diga usted eso, tocante al prójimo, ¡anda con Dios! Pero los animales, ¿qué demonio?... ¿Y acaso no padecen? ¿Y acaso no son criaturas de Dios?
No está mal que usted ame lo que quiera dijo ésta. Lo malo que hay es que ese amor de usted cuesta muchas lágrimas a algunas criaturas inocentes. ¡Es la ley de la vida! repuso el seductor alzando los hombros con resignación y sacudiendo la ceniza del cigarro con su dedo meñique cubierto de sortijas.
No era prudente traerlas entre los ocho marineros que le quedan y en los cuales la disciplina comenzaba á relajarse: además, aquellas pobres criaturas eran casadas. «Sivu, mujer de Metek, y Aningna, consorte de Marsinga,» estuvieron llorando por espacio de cinco días.
ELOY. ¡Qué tristeza...! ¡Valiente porquería el tal curso de Canto...! Las pobres criaturas cantaban al unísono y descubrían sus muslos con el mismo ademán. No he visto en el mundo nada más lúgubre que aquello.
A los veintitrés años estoy cruelmente desengañado de todas las cosas de la tierra y siento un profundo desdén por el mundo y por mí mismo, porque he visto que en la naturaleza no hay más que aflicción y que en el corazón del hombre sólo mora la amargura. Llega, lanza sobre lo que le rodea una mirada inexperimentada, y en inmenso afecto abraza ávidamente a todas las criaturas.
El viento del sud, que trae consigo un frio penetrante, no puede ménos de ser riguroso para unos hombres cuyas vestimentas son siempre las mismas, siendo entretanto muy fácil de concebir que bastaria arroparse un poco mas para moderar sus molestos efectos, cosa que no practican los indígenas, y contraen por ello, como es natural, reumas y pleuresías; ocasionando estas una grande mortandad particularmente entre las criaturas, á las que no se tiene el cuidado de precaver por medio del abrigo contra tan funesto influjo.
La inteligencia que pugna por comprenderle ha de ser briosa; la voluntad que se le somete por completo es porque triunfa antes de sí misma, riñendo bravas batallas con todos los apetitos y derrotando y poniendo en fuga todas las tentaciones; el mismo afecto acendrado y ardiente, que, aun en criaturas simples y cuitadas, puede encumbrarse hasta Dios por un rapto de amor, logrando conocerle por iluminación sobrenatural, es hijo, a más de la gracia divina, de un carácter firme y entero.
Parándose repentinamente ante Adriana, recobraron la habitual expresión seria y grave; luego, en el tílburi cuyas riendas les entregaba un peón de la estancia junto al veredón, reflexionaron vagamente en aquella extraña muchacha con quien jugaran tanto de criaturas, y que ahora, por más que hablaran con ella todos los días, les parecía un ser cuyo espíritu oscuro no penetrarían jamás.
Algunos, a la hora en que sus madres, vistiendo zagalejos de roja bayeta, daban de comer a las gallinas en sus corrales de Extremadura y Andalucía, se casaban, lo mismo que los caballeros andantes, con grandes princesas de tez pálida y ojos oblicuos, criaturas de enigma y ensueño que llevaban sobre la frente la borla multicolor de la autoridad y en el pecho áureas placas con sagrados jeroglíficos.
Palabra del Dia
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