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Actualizado: 8 de junio de 2025
No se ha de excusar replicó. Era realmente un hombre extraño y poco me costaría confesar a usted que llegó a serme odioso... Vivía aún cuando me casé; me hizo su heredera a condición de que mi marido y yo viviríamos con él... No es posible imaginar cómo nos hizo insoportable la vida.
Hace tiempo que algo me oprime el corazón... Separados por una enojosa desinteligencia, una pena que no nos atrevíamos a confesar, nos hacía sufrir a los dos; ahora vengo a romper el hielo... El hombre es débil, no os enojéis... yo no tengo la culpa, Marta, de que vos seáis hermosa... y que yo no sea insensible... El intendente había creído que no le costaría el menor esfuerzo hacer su pedido.
Si la perdiese, si se apartase de mi lado, me costaría la vida... Escúcheme usted bien... Estoy dispuesto a todo. A quien quisiera robarme mi dinero le recibiría a tiros; figúrese usted lo que haré con quien intente separarme de mi hija.
Nos separamos en París diciéndonos «hasta la vista» como se hace por lo general cuando costaría mucho esfuerzo pronunciar un adiós definitivo, pero sin prever ni el lugar ni el tiempo en que podríamos encontrarnos otra vez. Yo tenía pocos asuntos que arreglar y de ellos se encargó mi criado. Fui tan sólo a despedirme de Oliverio. Se preparaba a abandonar Francia.
Clementina sintió una vibración en el alma que a un psicólogo le costaría mucho trabajo definir. Fué una mezcla de dolor, de asombro, y acaso también, de un poquito de alegría. El dolor predominó, no obstante, y abrazó a su madrastra y la besó cariñosamente repetidas veces. ¿Qué está usted diciendo ahí?... ¡Morirse! No: yo no quiero que usted se muera. Usted me hace mucha más falta que su dinero.
Sobre todo, sé prudente y evita que mi madre adopte cualquier resolución descabellada, ¿entiendes? porque te costaría muy caro. Pepe pronunció las últimas frases con la serena altivez de quien, dueño de su voluntad y seguro de su fuerza, está resuelto a exigir obediencia: la menor provocación hubiese trocado en violencia su energía.
Se consideró Ojeda empequeñecido por el número y el esplendor de sus compañeros de viaje. ¡El dinero que costaría mover esta tribu, acostumbrada a vivir siempre en un cuadro de abundancia y comodidades! ¡Lo que tendría detrás de él aquel caballero puesto de chaqué y sombrero de media copa, jefe de la caravana, al que los sirvientes llamaban «doctor»!... ¡A lo que se presta el trigo! ¡Lo que puede dar el vientre de las vacas!...
No dejaba de pensar a cada coquetona sonrisa de Antoñita que acaso a la mañana siguiente le costaría demasiado cara; pero aun así le parecía deliciosa, tanto como terrible la primera que el adversario le lanzaría sobre el terreno y que él veía con toda realidad en su imaginación.
Allí se formó una comisión para verificar la legalidad de la presa. Entonces Kernok juró, con todos sus juramentos, que en lo sucesivo iría a desembarcar a Santo Tomás, ¡porque aquellos cormoranes de administradores habían pescado en sus aguas! Estas fueron sus propias expresiones. ¿Un alma tan rara y ejemplar no costaría más de matar que un alma popular o inútil? MONTAIGNE, lib. II, c.
Era la india de buen natural y no se dejaba fácilmente trabucar el juicio con las necedades locas de los suyos, y mucho menos de la falsa aprensión de que el santo bautismo era tósigo para quitar la vida, conociendo á tantos españoles viejos, con canas, que habían sido bautizados; por eso de buena gana ofreció el niño al Padre; el cual, lleno de una generosa y humilde confianza en Dios, rogó á Su Majestad y le suplicó quitase aquel embarazo á la santa fé, pues no le costaría más que una insinuación de su voluntad; luego se volvió á San Francisco Xavier, pidiéndole que mirase con ojos de misericordia á aquella ciega gentilidad; y pues tanto procuraba la honra de Dios alcanzase de Su Majestad que aquel santo Sacramento no sólo sirviese para librar el alma de aquel inocente de la esclavitud del demonio, sino también para librarle de la enfermedad corporal; y ofreció en agradecimiento de aquel beneficio, que esperaba recibir, le llamaría Francisco Xavier.
Palabra del Dia
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