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Actualizado: 21 de septiembre de 2025


En pequeño hemos tenido ocasión de ver más de una vez realizada la verdad que las anteriores líneas encierran, contemplando algunos cuadros convenientemente abonados y preparados, dar resultado gran variedad de semillas de Europa; es verdad que para esto se necesita cuidado y conocimiento; pues es probado que la primera semilla es la que fructifica con todos los caracteres que distinguen sus frutos, los cuales desmerecen visiblemente á medida que las semillas son de frutos ya criados en el país.

¿Tiene V. prisa, verdad, caballero? responde el dependiente con cierta sonrisilla irrespetuosa. El sabio escribe en silencio sobre la papeleta el nombre de una obra famosa, aunque reciente, y entra en el salón principal de la biblioteca. En cada extremo de él hay un grupo de señores convenientemente separados de los que leen arrimados a las mesas.

El maestro de ceremonias era un tal Boston, célebre taravilla, y la ocasión parecía prestarle magnífica ocasión para lucir sus chistes y agudezas. Este ingenioso bufón pasó dos días preparando una parodia del ceremonial de la iglesia, con algunas alusiones de sabor local. Ensayose convenientemente el coro y se eligió padrino a Alejandro Tipton.

En el segundo se dedicó, por extraordinario, a hacer ligeros préstamos, bien garantidos, a un interés variable, según las personas y las circunstancias: entre una peseta por duro a la semana, si el menesteroso era jugador de afición bien puesta, y treinta por ciento al año, si era artista establecido convenientemente.

En su estado natural la mandioca es irritante, y con mucha frecuencia un veneno mortal; pero, preparada convenientemente, constituye un alimento rico, nutritivo y muy estimado, siendo usado en calidad de pan. La planta se produce en todo el Brasil, y se usa particularmente en el litoral y las regiones bajas.

Desmenuzolas convenientemente; separó a un lado lo que en ellas había de malo por resabios de localidad y faltas de verdadera educación, y a otro lo que era sano y noble, honradísimo y muy estimable en el fondo, y demostró a su hija, sin gran esfuerzo, que, cultivando por este lado y con sumo tino y con poca frecuencia el trato de aquellas personas, hasta llegaría a quererlas.

Al fin se terminaron las obras y el luto; invadieron la nueva casa mueblistas y tapiceros; llenáronse suelos, paredes y techos de ricas alfombras, de espejos colosales, de cuadros y tapices valiosísimos, de arañas estupendas y de muebles caprichosos; llovieron esculturas y monigotes por todos los rincones y tableros de mesas y veladores; atestáronse de primorosas y artísticas vajillas los aparadores del comedor, que era un bosque de roble tallado y un bazar de porcelanas, bronces y cristalería, tapizado de cuero cordobés; no quedó cortinón de vestíbulo ni de puerta de tránsito sin su correspondiente escudo nobiliario; y cuando ya estuvo todo en su punto y sazón, y la servidumbre arreglada a las exigencias del nuevo domicilio, y cada criado en su puesto y convenientemente vestido, y la cocina humeando, con su jefe bien enmandilado y mejor retribuido, con su traílla de marmitones y ayudantes, en un lujoso landó, arrastrado por dos briosos alazanes ingleses, y conducido por un cochero colosal, envuelto el cuerpo en un océano de paño gris, y media cara y los hombros en otro mar de pieles erizadas, guantes por el estilo y alto sombrero con cucarda por coronamiento de esta silueta de oso polar, llevando a su izquierda, como su reflejo en más reducidas proporciones, el correspondiente lacayo, se trasladó la familia al flamante albergue, dejando en el otro lo poco que quedaba de los ya casi borrados recuerdos que habían sido la disculpa de la mudanza, y hasta el polvo de las suelas del calzado.

Si usted se hubiera dirigido a , diciéndome: «Gloria ya no le quiere a usted; me quiere a », en cuanto lo comprobase convenientemente le dejaría a usted el campo libre y quedaríamos tan amigos, al menos en la apariencia. Alto ahí, amigo. La escena de que uté habla no ha zío preparada por , sino por eya. Por empeño zuyo fui a la reha un poco antes de las once.

No es temerario asegurar que después de esas horas encantadas el matrimonio no es sino una decepción para las tres cuartas partes de las mujeres. Pero la palabra decepción es bien débil para expresar lo que experimentará un alma y una inteligencia culta y delicada, en la intimidad de un hombre vulgar... Sería difícil formular convenientemente cómo juzgaba a la mujer el señor de Maurescamp.

Se trata de un drama, pero la compañía puede representarlo lo mismo. Celemín se quedó con la obra para leerla y dar respuesta cumplida al día siguiente. Espíritu superficial, como todos los hombres consagrados exclusivamente a dar que reír a los demás, Celemín vió al punto que la obra, representada convenientemente en tono de farsa, sería el mayor éxito de risa.

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