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Actualizado: 14 de mayo de 2025


Conservaba á su «soldadito de azúcar», pero en un estado lamentable... Nunca don Marcelo se dió cuenta del horror de la guerra como al ver entrar en su casa á este convaleciente que había conocido meses antes fino y esbelto, con una belleza delicada y algo femenil. Tenía el rostro surcado por varias cicatrices que formaban un arabesco violáceo. Su cuerpo guardaba ocultas otras semejantes.

Los verros no debían acabarse en la isla. Rebullía en sus venas la heroica sangre de su abuelo. Una mañana de sol, Febrer, apoyado en Valls y en Margalida, fue avanzando con pasos de convaleciente hasta el porche de la alquería. Sentado en un sillón de brazos, contempló con avidez el tranquilo paisaje extendido ante él.

Y se acostó Bonifacio, discurriendo: «¡, es muy hermosa, pero lo mejor que tiene es la frente; no lo que dice a mi corazón aquella curva suave, aquella onda dulce!... Y la voz es una voz... maternal; canta con la coquetería que podría emplear una madre para dormir a su hijo en sus brazos: parece que nos arrulla a todos, que nos adormece... es... aunque parezca un disparate, una voz honrada, una voz de ama de su casa que canta muy bien: aquella pastosidad, como dice el relator, debe de ser la que a me parece timbre de bondad; así debieran cantar las mujeres hacendosas mientras cosen la ropa o cuidan a un convaleciente... ¡qué yo!, aquella voz me recuerda la de mi madre... que no cantaba nunca. ¡Qué disparates!

Joaquín estaba convaleciente de un tabardillo, y su cara ahilada apenas se veía dentro de aquel sol de pelos. Bien, bien; tenemos castaño y dos tonos de rubio. Para entonar no vendría mal un poco de negro... Utilizaremos el pelo de Rosa. Hija, tráeme uno de tus añadidos. D. Francisco tomó, no ya entusiasmado, sino extático, la guedeja que se le ofreció.

Al día siguiente de su llegada a París escribió Fabrice a la baronesa que había encontrado a la niña restablecida, mas que le era forzoso prolongar la ausencia en dos o tres semanas, a fin de dar a la convaleciente, antes de volverla a la pensión, las distracciones que reclamaba su estado.

Decia Martin: Bien me acuerdo de haber estado yo malo en Paris, quando mi primer viage; pero era muy pobre, y así ni tuve amigos, ni devotas, ni médicos, y sané muy presto. Las resultas fuéron que á poder de sangrías, recetas y médicos, se agravó la enfermedad de Candido. Al fin sanó; y miéntras estaba convaleciente, le visitáron muchos sugetos de trato fino, que cenaban con él.

Todas las tardes, invariablemente, llegaba a las antesalas un hombre al parecer convaleciente de larga enfermedad, tal era su extrema palidez y la debilidad de toda su persona, que era desaliñada en grado superlativo.

«¡También, también me han corrompido a mi abogado! exclamó Isidora cuando se quedó sola . ¡Bien, seré mártir; que me maten de una vez, que acaben conmigo, que me lleven al cadalso!». Pasada la crisis de ira, estuvo dos días sin salir del lecho; apenas hablaba; no tenía fuerzas para nada; sentíase también algo idiota como su hermano, convaleciente de intensa fiebre.

El jardín, momentos antes despoblado, vomitaba personas por todas sus aberturas. Al aproximarse al grupo, pudo oir los comentarios de varios curiosos sueltos que instruían á los que llegaban. Un oficial convaleciente... Iba paseando con una señora... De pronto, cae redondo... lo mismo que si lo hubiese herido un rayo... Ahí está.

Al cabo creyó sentir ruido de pasos en el corredor, y poniéndose encarnada a la idea de que pudieran sorprenderla en aquella actitud, se alzó vivamente de la silla, y salió de la estancia sobre la punta de los pies. Gonzalo, en cuanto estuvo convaleciente, quiso trasladarse a Tejada. Le acompañó toda la familia, excepto don Rosendo. Corría el mes de octubre.

Palabra del Dia

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