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Actualizado: 14 de junio de 2025


Cuando esta historia de su tibieza y de sus cobardes y perezosas transacciones con el mundo pasaba por la memoria de Ana, con formas plásticas, teatrales gracias a la salud que volvía a rodar con la sangre , sentía la débil convaleciente remordimientos que ella se complacía en creer intensos, punzantes. «¡Oh! ¡qué diferencia entre aquel sopor moral en que vivía pocas semanas antes, y la agudeza de su conciencia ahora, allí postrada, sin poder levantar el embozo de la colcha con la mano, pero con fuerza en la voluntad para levantar el plomo del pecado, que la abrumaba con su pesadumbre!».

Cierto es que si la intensidad del amor y el fervor de la oración constituyesen méritos a los ojos de Dios y sirviesen de ayuda a la ciencia, yo también podría atribuirme en cierto modo la gloria de haber contribuido a que Magdalena hoy esté convaleciente. Lo , Amaury, lo . Por eso, porque hasta qué punto la quieres, espero de ti, en bien de ella, un ligero sacrificio. Hable usted.

Ana recordaba entonces a su Magistral y lloraba enternecida. «¡Qué grande hombre era y cuánto le debía! ¿Quién sino él había sembrado aquella piedad en su alma?». En cuanto pudo levantarse, uno de sus primeros cuidados fue escribir a don Fermín una carta con que había soñado ella muchas noches, que era uno de sus caprichos de convaleciente.

María Teresa no acertaba a juzgar la conducta de su novio, y no se resolvía por lo tanto a romper con él, cuando una conversación la iluminó y le suministró la solución que buscaba. Desde que su querido enfermo estaba fuera de peligro, ella y su madre recibían a las personas que iban a informarse de la salud del convaleciente. Entre las más asiduas se contaban a la señora Gardanne y su hija.

Ha vivido algún tiempo en un tejar detrás de la nueva Plaza de Toros. ¡Pobre chico! Fuimos allá, y dos mujeres que encontramos y que no se recomiendan por su fisonomía, nos dijeron que, habiendo caído enfermo con calenturas, le habían llevado al hospital. ¡Al hospital! repitió Isidora saliendo de su letargo. Corrimos al momento al Hospital General, y le encontramos convaleciente.

Allí, con el menor aparato posible, sin molestar a nadie se instaló para velar a la Regenta y acudir al menor peligro. Comía y cenaba en la posada, pero dormía en el caserón. Esto no lo supo Anita hasta que, ya convaleciente, se quejó un día de aquella soledad. Confesó que de noche tenía a veces miedo.

Ahora me horroriza la idea de la calle.... ¡Oh, no, por Dios... no! por Dios me dejen. Y juntaba las manos y se exaltaba; y Frígilis tenía que callar. Ocho días había estado Ana entre la vida y la muerte, un mes entero en el lecho sin salir del peligro, dos meses convaleciente, padeciendo ataques nerviosos de formas extrañas, que a ella misma le parecían enfermedades nuevas cada vez.

Gould, todavía convaleciente de sus heridas, parecía sentir vergüenza delante de su esposa. «¡No haber sabido defenderte!...», decían sus ojos. Y lanzaba á continuación su mirada suplicante. Esta mirada devolvía á Mina un pálido recuerdo del antiguo afecto. Sólo esta mirada era verdad. Todo lo demás del héroe, pura mentira.

En esto se presentaron inesperadamente unos piratas españoles, mandados por un tal Bernardino Talavera, audaz facineroso. Montaban en un buque que habían robado a un mercader genovés y se ofrecían para vender víveres a los sitiados. Ojeda, convaleciente de su herida, se embarcó con ellos para solicitar auxilios del gobernador de Santo Domingo.

Al oír esta grosería, Germana perdió la paciencia y replicó: Señora, ya está usted viendo que me encuentro bien. Puesto que únicamente había venido para enterrarme, su misión ha terminado, y nada tiene ya que hacer aquí. La señora Chermidy se instaló resueltamente en el banco de piedra diciendo: No me iré sin haber visto a don Diego. ¡Don Diego! exclamó la convaleciente . ¡No lo verá usted!

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