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Actualizado: 8 de noviembre de 2025


Le parecía verlos escritos delante; pero por un misterio, natural en aquellos momentos, no encontraba la forma oratoria para expresarlos. ¡Qué contrariedad! Poco á poco hasta la voz se le enronqueció. Sin duda había en el espíritu de nuestro amigo una influencia maligna. Hablaba con frialdad unas veces; notábalo él mismo, y al querer corregirlo, gritaba demasiado.

Tendré que aburrirme sin poder bailar... y eso que voy con tres hombres. ¡Qué suerte la mía! Pero alguien intervino como si hubiese escuchado sus quejas. Torrebianca hizo un gesto de contrariedad. Era un joven danzarín, al que había visto muchas veces en los restoranes nocturnos.

¡Ah, Dios mío! exclamó . ¡Usted... es posible! , lo sabemos todo, su madre y yo dijo Juana sofocada , y he venido, he querido venir... aquí estoy. ¡Mi madre también!... murmuró Jacobo . ¡Ah, qué contrariedad!... ¡Qué desagrado! Pero, ¡pobre amiga mía! ¿qué viene a hacer aquí? Se pierde. Lo contestó dolorosamente dejándose caer en una silla , pero he querido verle una vez más. Y sollozaba.

Yo la miré: el dolor, la angustia, la contrariedad, alteraban sus pálidas facciones, y marcaban debajo de sus ojos un círculo lívido. No hay ningún medio le dije de hacer bajar hasta aquí la barca; pero si quiere usted permitírmelo, nadar un poco y me lanzaré á tirar de la pata al animal.

Fue, pues, para la señora de Maurescamp una verdadera contrariedad que en su primera visita hallase en su casa tan poco atractivo, y sobre todo, que se encontrase con Monthélin instalado bajo un pie de intimidad casi comprometedor.

La señora de Montauron, que había dado muy agitada varios paseos por el gabinete aspirando su pomito de sales, posó la mano sobre el hombro de Beatriz, diciéndole: Querida niña, supongo que no te habrá sorprendido que mi primer ímpetu al saber que me dejas haya sido de mal humor... Porque yo siento mucho tu ida, aunque a ti mi contrariedad te tenga sin cuidado... ¡Vamos, hija mía, dame un beso!

Es un grito corto, metálico, de agonía, como si el animal boqueara ya, y todo él empapado en cuanto de lúgubre sugiere un animal rabioso. Era un perro negro, grande, con las orejas cortadas. Y para mayor contrariedad, desde que llegáramos no había hecho más que llover.

No hay trabajo que le arredre, ni contrariedad que apague su fe: la fortuna está sonriéndole detrás de sus desdichas, y la ve tan clara y tan palpable entonces, como la vió de niño, cuando, soñando sus ricos dones, se columpiaba en las altas ramas del nogal que asombraba su paterna choza.

Ha sido usted muy amable en acordarse de mi deseo, pero no puedo ir, no tengo ninguna gana de divertirme hoy. El joven hizo un gesto de contrariedad. Sus inquietudes me parecen un poco exageradas, querida amiga. No hay motivo suficiente para que usted se atormente hasta ese punto. Usted puede muy bien ausentarse por dos horas.

No, si lo que yo digo es que el alma tiene el pago que merece, y como el cuerpo no es más que a la manera de un cascarón, cuando este se pudre, a no me asusta el materialismo de hacerse uno polvo. Ya... comprendido dijo el otro con mayor exaltación, y acentuando la contrariedad que experimentaba . Usted es de la escuela de mi hermano Juan Pablo: fuerza y materia. Ya discutiremos eso.

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