Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 8 de noviembre de 2025
Tranquila con el permiso de la abuela, registré la biblioteca y busqué con ardor todo lo que pudiera ilustrarme sobre el concepto de la mujer en la antigüedad respecto del celibato. ¿Aceptaba sin repugnancia la idea del matrimonio?... ¿Sentía alguna contrariedad al casarse?... ¿Hubiera experimentado cierto alivio sabiendo que estaba libre de una obligación que le creaban las leyes religiosas y civiles?...
La pobre Misiá Petrona se fué discretamente, como había vivido, procurando en su última hora evitar toda contrariedad al esposo, pidiéndole perdón con la mirada por las molestias que podía causarle su muerte.
Entonces tuvo miedo del ridículo, pensó que aquello no era más que una contrariedad inherente a su profesión, y cuando al concluir el ensayo general le preguntó la sastra que a qué hora podría ir a probarla el traje, la citó sin oponer resistencia para la misma tarde, sumisa e indiferente como si se tratase de un asunto zanjado.
Vaya usted a saber... Ante todo, esa muchacha es medio loca: ya se habrá usted dado cuenta. Luego, la contrariedad de no verse buscada, su orgullo sublevado al notar que no conseguía su atención. A usted lo consideran buen mozo las matronas más austeras, y lo que es mejor aún, figura como el más «distinguido» entre los hombres serios de a bordo. Tiene también su poquito de leyenda misteriosa.
ERNESTO. ¡Usted también dice «¡Ah..., ah...!» Lysiane estaba al corriente de este detalle y me había manifestado que carecía de importancia. Mi futuro suegro no tenía la manga tan ancha; cuando ayer tuve que confesarle la irregularidad de mi nacimiento, se contristó. «¡Qué gran contrariedad, amigo mío...! Nosotros pertenecemos a una familia burguesa último refugio de los más arcaicos principios.
Gabriel dijo como quien despierta de un mal sueño . ¿Cómo has entrado aquí? ¿Qué buscas? No me esperabas sin duda. Su acento de profunda sorpresa no indicaba pesadumbre ni contrariedad. Después añadió: No parece sino que te ha enviado Dios en socorro mío. Acompáñame: tengo que salir a la calle. ¡A la calle! exclamé más desconcertado aún.
Nuestra gran contrariedad consistía en que nos separaba de él una masa enorme de gente que nunca acababa de salir; así es que, cuando llegamos abajo, en vano mirábamos a todos lados. D. Paco no estaba. Hacíamos preguntas a todos, pero nadie nos daba razón satisfactoria. Quién decía; «le han llevado adentro»; quién «le han llevado afuera».
No quería confiarlo a D. José, por ser demasiado sencillo, ni a Miquis, por excesivamente malicioso. En la semana anterior fue grande su disgusto al saber, por Saldeoro, que la marquesa de Aransis había estado en Madrid tres días y que ella, por ignorarlo, no se había presentado a la noble señora. ¡Qué contrariedad tan penosa!
La menor contrariedad producía en ella un ataque de nervios, y convulsiones, gritos y pataleta: a esto llamaba su madre los prontos de Angelita, asegurando que, a pesar de ello, su corazón era de oro, y ante la palabra de misia Gregoria, no me atreveré a ponerlo en duda, aunque no pueda afirmar si el oro era o no de ley.
El Administrador, un joven cejijunto, de negra y espesa barba, un poquito cargado de espaldas, sale a recibir a los viajeros, seguido de varios curiosos, los cuales, viendo que no han llegado amigos, ni parientes, ni personajes notables, ni muchachas bonitas, se retiran mohínos, haciendo un gesto de contrariedad. Pronto las mulas quedan desenganchadas.
Palabra del Dia
Otros Mirando