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Actualizado: 5 de junio de 2025


La sirvienta me ha hablado de una desgracia; pero confío en que no os ha sucedido nada, ¿verdad? El intendente echó llave a las dos puertas y deteniéndose con los brazos cruzados y los ojos echando llamas ante la condesa: ¡Sentaos, señora! ¡Sentaos, os lo ordeno! Habéis cometido una cobarde traición; quiero ser vuestro juez, vuestro juez inexorable. ¿Qué le habéis dicho a Marta?

continuó ella, yo soy rica. Usted se maravilla. Conociendo la vida que llevamos ... Este es un secreto que sólo confío á quien debo confiarlo: á usted, única persona que ... El uso que yo pienso hacer de esa riqueza, ya usted lo ha comprendido. Yo no debo hacer declaraciones innecesarias. Nosotros nos hemos comprendido, hemos confundido nuestros propósitos en uno sólo, ¿no es verdad?

42 A otros salvó, a mismo no puede salvar; si es el Rey de Israel, descienda ahora del madero, y creeremos a él. 43 Confió en Dios; líbrele ahora si le quiere; porque ha dicho: Soy Hijo de Dios. 44 Lo mismo también le injuriaban los ladrones que estaban colgados en maderos con él. 45 Y desde la hora sexta hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena.

Desearía, al bajar del tren, encontrar en el patio de la estación, mi carruaje, mi cochero y mis caballos, y que ese día nos acompañaseis a comer en mi casa. Alquilad o comprad una casa, tomad criados, elegid carruajes, caballos, libreas. Confío enteramente en vos. Que las libreas sean azules, y nada más. Esta línea la agrego a pedido de Bettina, que por sobre mi hombro lee lo que escribo.

Doña Manolita vino a ver a la enferma, y doña Luz tampoco le confió nada. Conclusión Habían pasado cuatro meses desde que ocurrió el ya referido ataque. En este tiempo habían sucedido cosas singularísimas, que nadie acertaba a explicar en Villafría. Al día siguiente del ataque había llegado D. Jaime, a quien llamaremos el Marqués, pues ya lo era.

El conde besó la mano a la señora Chermidy y corrió al hotel de su madre. La linda mujer quedó con el doctor. Puesto que hay gentes que carecen de pan dijo , veamos, doctor, ¡una taza de café!... ¿Cómo me las arreglaría yo para ver a esa mártir del pecho? Porque es necesario que sepa yo a quién confío a mi hijo. Puede usted verla en la iglesia, el día de la boda.

El general había pedido voluntarios; y como el coronel del batallón de Pepe fuese el primero en ofrecerse con su gente, se le confió la operación, lanzándose las compañías al peligro, con sus jefes al frente, sin que la artillería dejara de hostilizar el reducto próximo a la sima.

¡Inquisidor general! No si debo alegrarme ó entristecerme. Allá veremos. Entre tanto, y mientras yo estoy fuera del convento, quedáos á la mira. Descuidad. En vos confío. Id, id con Dios y nada temáis. Salió de nuevo el padre Aliaga, atravesó el claustro seguido del gentilhombre, salió del convento, entró en una litera, y aquella litera rodeada de soldados, tomó el camino de palacio.

Nada podía esperar ya de los hombres el doctor; no le restaba otra cosa que su confianza en Dios. 22 de mayo, por la noche. «Queda entablada la lucha entre el médico y la muerte. De nuevo tengo que infundir la vida en el cuerpo aniquilado de mi hija. Si Dios me ayuda confío en conseguirlo; pero, si me abandona a mis propias fuerzas, no habrá remedio para Magdalena y mi pobre hija morirá.

¡Ay, Jesús, Jacobito!... ¡Porr Dios, dímelo!... ¿Qué pasa? exclamó el tío Frasquito muerto de susto. ¡Me has perdido!... ¡Me has perdido! repetía Jacobo. Y bajo la impresión del temor y el aturdimiento, confió con su impremeditación ordinaria al necio viejo, si no la parte más culpable, la más peligrosa, al menos, de la aventura de los masones.

Palabra del Dia

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