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Actualizado: 5 de junio de 2025
23 Porque esta noche ha estado conmigo el ángel del Dios del cual yo soy, y al cual sirvo, 24 diciendo: Pablo, no temas; es necesario que seas presentado delante de César; y he aquí, Dios te ha dado a todos los que navegan contigo. 25 Por tanto, oh varones, tened buen ánimo; porque yo confío en Dios que será así como me ha dicho; 26 con todo, es necesario que demos en una isla.
Se levantó Leonora apoyándose en el brazo de Rafael, y comenzaron a pasear por las ancha avenida que conducía a la plazoleta desde la verja de entrada. Al alejarse de la casa, por entre las tupidas copas de los naranjos, la artista sonrió maliciosamente, moviendo una mano en actitud de amenaza. Confío en que usted habrá vuelto de su viaje más serio y respetuoso.
Nuestra sorpresa creció de punto, y Arturo se desesperaba por no poder dar con la clave del enigma. Fui a casa de mi colega, un hombre honrado, muy instruido, que no sabía más que yo... en aquel asunto, se entiende... Le habían remitido los fondos, encargándole que recogiese y anulase los pagarés. Me confió la carta que recibió al efecto, y se la llevé a Arturo.
Miró don Juan de una manera franca y valiente á Dorotea. Aquella mirada estuvo á punto de hacer llorar á la joven. ¡Ah, no; vos no podéis engañarme! dijo ésta , ya lo sé, y por eso confío en vos. Escuchadme, señora, y suceda lo que quiera; sabed todo lo que debéis saber: yo no soy sobrino de Francisco Martínez Montiño. ¡Ah! ¿No sois sobrino... del cocinero mayor de su majestad?
Ese tipo lo encontró en su propia familia. Damo, su hija, llegó a ser su discípulo más ardiente; y la consagró a los dioses por un voto de virginidad perpetua, le confió todos los secretos de su psicología y se dice que le dejó sus escritos, haciéndole prometer que no los publicaría jamás.
Algunos individuos, muy entrados en años, que vivían aún en la época del Inspector Pue, y de cuyos labios había éste oído la narración que confió al papel, recordaban haberla visto cuando jóvenes, y cuando dicha Ester era ya muy anciana, aunque no decrépita, y de aspecto majestuoso é imponente.
»¡Qué dolor! ¡Qué dolor! ¡Jamás habría sospechado tantas miserias, tantos dolores! ¡Esta es la primera vez que los confío a alguien! ¡Y todavía se ríe! No quiero... »Su carta de hoy me ha hecho palpitar de contento inefable. ¡Si fuera cierto! ¡Si yo tuviera ese poder!...»
Sí, hace buen tiempo... Buenos días murmuró Mathys sin mirar a la campesina. Dicho esto, acortó el paso como si quisiera quedarse más atrás. Perdone, señor intendente, que me atreva a hacerle una pregunta: mi respeto, mi afecto por usted son mi disculpa. Parecéis estar enfermo, pero confío que no será nada. No estoy enfermo respondió Mathys refunfuñando.
Diré a tu marido que Benigna está enferma y has ido a visitarla». Después de esta conversación, fue Jacinta a la casa de su hermana a quien también confió su secreto, concertando con ella el depositar el niño allí hasta que Juan y D. Baldomero lo supieran. «Veremos cómo lo toman» añadió dando un gran suspiro. Estaba Jacinta aquella tarde fuera de sí.
Yo me levanto á la misma hora, hermana dijo la devota, Yo le proporcionaré á usted ocasiones á esa hora de entretener el entendimiento en cosas santas. A ver sí de aquí en adelante tiene cuidado de no decir esos terribles despropósitos que ahora ha dicho. No volverá dijo en un arrebato de amor al prójimo doña Paulita Yo sé que no volverá: yo confío en que será buena y obediente.
Palabra del Dia
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