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Actualizado: 24 de octubre de 2025
De los sentimientos de esta criatura, que yo conocía y apreciaba; de la cristiana resignación, de la angélica bondad de su alma. De la conducta de estos dos, de sus instintos sanguinarios, de su complicidad en el mal a que viven consagrados. Nadie que la haya conocido creerá nunca que sea ella misma quien se ha dado muerte.
Soledad, que muy pronto lo advirtió, sintió su alma bañada en alegría celeste, y pensando la inocente que era debido á su cariño, se lo agradeció profundamente. Tal conducta contribuyó infinitamente más á su curación que las recetas del médico. Después que se levantó de la cama gozó todavía algunos días felices.
Era de mediana estatura, robusto y bien formado, de rostro moreno y expresivo, con grandes ojos negros y cabello crespo y enredado. No había nacido en la Segada, sino muy cerca de la casa de D. Álvaro Estrada. Tocóle ir de soldado á los veinte años y consiguió llegar á sargento muy pronto por su buena conducta y rápida comprensión.
Cuando nuestro joven la veía ponerse las gafas y tomar entre sus dedos una chambra, frotarla cuidadosamente, acercarla a los ojos para ver si descubría alguna pérfida hebra de algodón entre su cándido hilo, un estremecimiento de dicha inefable corría por su cuerpo; la emoción le ahogaba; necesitaba volverse de espaldas para no caer a sus pies y expresarle en términos fervorosos delante de los horteras toda la veneración, todo el entusiasmo que su conducta generosa le inspiraba.
Y sólo después de 1.600 años consagrados a producir los héroes de la otra vida, y los sabios del otro mundo, cuyas imágenes pueblan los nichos de las iglesias, pudieron las naciones cristianas empezar a producir, al fin, los sabios de este mundo y los héroes de esta vida, cuyas estatuas se levantan en las plazas públicas para ofrecer nuevos modelos de conducta a las nuevas generaciones.
¡No están! dijo el Magistral sin pensar en la sospecha que podían despertar su aspecto, su conducta, su voz trémula, todo lo que delataba a voces su pasión, sus celos, su indignación de marido ultrajado, absurda en él. Pero don Víctor también estaba preocupado. No le faltaba motivo.
He leído, releído y meditado su carta de usted, mi buen señor cura, a fin de hacer entrar en mí el espíritu que la ha dictado y que quiero que sea mi regla de conducta: «No discutir jamás las cuestiones de fe...» ¡Cómo me agrada esto!
Indudablemente estáis de muy mal humor, Dorotea. Tenéis razón, estoy de un humor endiablado. ¿Y qué queréis?... Que acabemos de una vez; yo no sé aún lo que soy para vos. ¿Que no lo sabéis? Quiero no saberlo, aunque vos me lo decís claramente con vuestra conducta. Pero en fin... ¿qué creéis vos?
Ahora me veo libre de una gran responsabilidad; la conducta de Martholl me inquietaba; se le veía por donde quiera que había diversiones, despreocupado de nuestras desgracias. Comprendo su táctica. Me habían prevenido de que no cesaba de recoger informes en todas partes sobre nuestra situación financiera.
Y allá iba dos veces al año, para manchar el piso con sus alpargatas cubiertas de barro y repetir que las cadenas son para los hombres, haciendo molinetes con la navaja. Era una venganza de esclavo, el amargo placer del mendigo que comparece con sus pestilentes andrajos en medio de una fiesta de ricos. Todos los labriegos reían, comentando la conducta de Pimentó para con su ama.
Palabra del Dia
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