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Actualizado: 10 de octubre de 2025


Por fin, la señora Eusebia había decidido casarse, sin la ayuda de la Iglesia ni del Estado, con aquel consocio que la cortejaba desde su viudez, y esperando el momento de que se ablandase, había contraído matrimonio con varias comadres del barrio. Los traperos celebraron con gran algazara la unión de estos dos «comerciantes», los más antiguos de la busca. ¡Vaya un par de carroñas!

Y las comadres de la huerta, sin perjuicio de olvidarse alguno que otro sábado de los dos cuartos de la escuela, respetaban como un ser superior á don Joaquín, reservándose un poco de burla para la casaquilla verde con faldones cuadrados que se endosaba los días de fiesta, cuando cantaba en el coro de la iglesia de Alboraya durante la misa mayor.

Maripepa lloraba y Bartolo dejaba escapar cada vez resoplidos más incorrectos. Al fin, comprendiendo que estaban sirviendo de befa, callaron las irritadas comadres y se cambió de conversación. Pero Pacha rebosaba de ira todavía. La tía Jeroma igual. Maripepa, ven aquí ahora mismo y siéntate á mi lado.

Honradas esposas, dijo una dama de cincuenta años, de facciones duras, voy á deciros lo que pienso. Redundaría en beneficio público si nosotras, las mujeres de edad madura, de buena reputación, y miembros de una iglesia, tomásemos por nuestra cuenta la manera de tratar á malhechoras como la tal Ester Prynne. ¿Qué pensáis, comadres?

Y el prelado palidecía, abandonando su asiento con gesto doloroso, como si sus entrañas se conmoviesen con intensas punzadas. No haga usted caso dijo la jardinera . Usted está por encima de todos; usted los vencerá. Claro que los venceré; ¡pues no faltaba más! Sería la primera vez que quedase debajo. Estas triquiñuelas de comadres me molestan poco.

La hermosa viuda, con el niño en brazos y apoyando en la fuerte cadera la cesta de las compras, salió de la estación con paso lento. Quería que la adelantasen en el camino aquellas comadres hostiles; que la dejasen marchar sola, sin tener que sufrir el tormento de sus murmuraciones. En las calles del pueblo, estrechas, tortuosas y de avanzados aleros, había poca luz.

Se abre la puerta y á la luz del velón se ve al capitán, cuyo rostro pálido, demudado les dice bien claramente lo que había acaecido. El perro se arroja á acariciarle y cae al suelo accidentado por vejez y exceso de alegría. Don Félix, sin pronunciar palabra, entra en el portal y sube al salón. Nadie osa preguntarle, pero D.ª Robustiana y todas sus comadres estallan en sollozos.

Era de mediana edad, entre los treinta y cinco y los cuarenta, de no mala apariencia, agradable y sonriente el rostro, morena la color, agudas las facciones, sutil la sonrisa, la mirada rebuscona, y no mezquino el cuerpo; vivía de rasurar y rapar, entreteniendo durante el día sus ocios con el puntear de una vihuela morisca que le dejó su padre, ya harto usada por sus abuelos, y cantando como un ruiseñor las alegres canciones de la tierra, y las que él mismo componía, para lo que se daba muy buena gracia; comadreaba a las comadres de la vecindad, y, fuera de esto, las vendía untos y bebedizos, y las leía el sino, y las traía a todas engañadas y pendientes de sus labios; y a tal llegaba la fama de brujo y de hechicero del señor Viváis-mil-años, que más de una vez la Inquisición se había metido en sus asuntos, y había quien se acordaba de haberle visto con coroza y sambenito, luciendo su persona en un auto de fe.

Las comadres, al sentirla de lejos, trancaban las puertas; los chicos soñaban con ella, y los mismos serenos, que han sido aquí siempre hombres muy templados, al atisbarla en lontananza, hacían como que no habían visto nada y se iban por otra calle opuesta.

Este anuncio sirvió para que las comadres de la Presa se imaginasen algo nunca visto; y después de la cena empezaron á formarse grupos de curiosos frente á las ventanas iluminadas. Algunas mujeres se ponían una mano junto al oído pura escuchar mejor, imponiendo silencio á las compañeras con sus codazos. Elena, sentada al piano, cantaba romanzas sentimentales mientras iban llegando sus invitados.

Palabra del Dia

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