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Cogiendo del brazo a Feli, fue el joven hacia donde sonaba el lamento del órgano. La música no le había engañado: el que la hacía era su tío el Ingeniero, llamado así por la rara habilidad que demostraba en el arreglo de los instrumentos de música y juguetes mecánicos.

Evidentemente respondió el cura, cogiendo su caja de rapé y tomando un buen polvo. Así sucedía y así sucede todavía con las jóvenes acostumbradas a la obediencia pasiva... Señor cura, le cojo a usted en flagrante delito de contradicción.

El agua de la bahía, tranquila y transparente como un cristal, les permitía distinguir perfectamente a aquellos hombres, que procedían con gran rapidez cogiendo moluscos, que iban echando en la red. Bien pronto uno de ellos, pasado medio minuto, salió a la superficie con la red llena hasta rebosar, la cual entregó al viejo Van-Horn, que la vació en el fondo de la chalupa.

Avanzó resuelto, y cogiendo con mano trémula el aldabón de hierro que pendía de la puerta, dio un recio golpe, que, retumbando en la desierta nave de la iglesia, fue devuelto en seguida por los ecos más prolongado y más nutrido.

Y cogiendo a su hermano en brazos como si fuera un chico lo metió en el coche y detrás se introdujo él. El cochero arreó a la bestia y el carruaje se deslizó velozmente y sin ruido sobre la nieve. Mientras caminaban, Santiago teniendo siempre abrazado al pobre ciego, le contó rápidamente su vida.

La Gorgheggi miró en rededor, se aseguró de que no había testigos, le brillaron los ojos con el fuego de una lujuria espiritual, alambicada, y, cogiendo entre sus manos finas y muy blancas la cabeza hermosa de aquel Apolo bonachón y romántico, algo envejecido por los dolores de una vida prosaica, de tormentos humillantes, le hizo apoyar la frente sobre el propio seno, contra el cual apretó con vehemencia al pobre enamorado; después, le buscó los labios con los suyos temblorosos....

Izquierdo y el Pituso estaban también; el primero fingiéndose muy apenado de la separación del chico. Ya la fundadora había entregado el triste estipendio. «Vaya, abreviemos» dijo esta cogiendo al muchacho que estaba como asustado. ¿Quieres venirte conmigo? Mela pa ti... replicó el Pituso con brío, y se echó a reír, alabando su propia gracia.

Cuenta, pues, la historia, que antes que a la casa de placer o castillo llegasen, se adelantó el duque y dio orden a todos sus criados del modo que habían de tratar a don Quijote; el cual, como llegó con la duquesa a las puertas del castillo, al instante salieron dél dos lacayos o palafreneros, vestidos hasta en pies de unas ropas que llaman de levantar, de finísimo raso carmesí, y, cogiendo a don Quijote en brazos, sin ser oído ni visto, le dijeron: -Vaya la vuestra grandeza a apear a mi señora la duquesa.

Tiene razón Ventura, Huesitos dijo Gonzalo cogiendo a su cuñada por los hombros y sacudiéndola cariñosamente. Esto no es nada; lo ha tenido cien veces. ¿Por qué te has de privar de ir al baile?... Ea, ea, a tomar el abrigo. Ramón ya ha enganchado. Son más de las nueve y media añadió empujándola hacia la puerta. Cecilia no pudo resistirse.

¿A dónde vamos? dijo el padre, cogiendo el brazo del muchacho; ayer no has comido en casa, y hoy no has almorzado. Y eso que tu padre estaba enfermo. Cualquiera diría que me huyes... Ven acá, que tenemos que hablar. Le obligó a entrar en el coche, y partieron. Nos hemos lucido pensó el chico, ahora me mata, , señor, y aquí no tengo escape. ¿Qué excusas voy a darle?