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Actualizado: 6 de junio de 2025


Estaban allí las que de algún modo por sus padres o maridos se relacionaban con el negocio, como la esposa y la hija de Calderón, la chica de Urreta, la señora de Biggs, Clementina Salabert y otras. Al lado de éstas algunas que por amistad íntima con ellas se habían decidido a acompañarlas, como Pacita y Mercedes Alcudia, cuya amistad con Esperancita era notoria.

Se salía, literalmente, del cuadro y Clementina creyó que se dirigía hacia ella desafiándola con su mirada dichosa, y con su boca sonriente; injuriándola con su insolente alegría.

Clementina, que estaba bien penetrada ya de que le tenía en su poder, se mostró inflexible. O pasar por aquellas singulares horcas caudinas, o nada. Y Osorio pasó. ¿Qué había de hacer? Efectuóse la extraña ceremonia una tarde en casa de la novia.

Volvióse bruscamente y apoderándose de ellas las besó repetidas veces con frenesí, las llevó a su corazón, las puso sobre su frente. No, Clementina, no; no hay más mujeres que ... o si las hay, yo no lo , ni quiero saberlo.... Pero ¿es cierto eso que me has dicho?... ¿Es verdad que ya no me quieres?

"No; por más que lo negase, él la consideraba como una vieja. En todo se estaba echando de ver. Si continuaba de este modo perdería con él la confianza". Sin embargo, Clementina estaba equivocada en este punto.

El furor del loco no tuvo límites. Convulso, rechinando los dientes, con los ojos encendidos, se arrojó sobre el burlador; pero los demás le sujetaron. El pobre demente comenzó entonces a lanzar bramidos que nada tenían de humanos. En aquel instante se oyó en el corredor la voz irritada de Clementina. ¿Qué es eso? ¿Qué hacen ustedes a papá?

Clementina no había prestado nunca atención al desagradable pensamiento de que si ella era heredera de su primo Fortunato, también éste debía heredarla, en su caso. En un momento, esa perspectiva abierta por Bobard la sublevó. ¡Cómo! ¡Algo de lo suyo podría ir á su enemigo! ¡Podría éste jactarse de haberse desembarazado de su odio al mismo tiempo que se apoderaba de su herencia! ¡Tendría la alegría salvaje de verla descender á la tumba de familia y de gozar después no sólo de la fortuna del tío Guichard, sino de la suya propia! ¡Nunca! Sus cabellos se erizaron de horror, y exclamó: ¡Ah! ¿

Y volviéndose hacia los jóvenes, dijo: Hijos míos, no hay que titubear, es preciso recibirla ... así, con sangre fría. Hablad poco ... y escuchad mucho ... Si se dicen atrocidades, es mejor que las diga Clementina ... Aquí estoy yo ... ¿? Entonces, seguidme.

Se sentó á su mesa y escribió á su primo la más amable de las esquelas invitándole á venir á pasar la tarde con ella. Apenas había salido la doncella para llevarla, llegó una carta de Roussel anunciando á Clementina que un negocio imprevisto le obligaba á ausentarse por algunos días.

Ser baronesa de Pontournant con los ochenta mil francos de renta del tío Guichard, con más la fortuna de su primo y la suya; ¡qué sueño! ¡Y este Fortunato, poco complaciente, no quería que se le hablase de tal asunto! se burlaba de las veleidades aristocráticas de Clementina y no quería absolutamente proporcionarse el ridículo de convertirse en barón de Pontournant á los cuarenta años y siendo un notable comerciante, condecorado bajo el sencillo nombre de Roussel.

Palabra del Dia

rigoleto

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