Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 23 de junio de 2025


El duque se acercó a Biggs, el representante de una casa inglesa que entraba con parte muy considerable en la compañía y que capitaneaba el partido de la compra a plazos. Le echó familiarmente el brazo sobre el hombro y le llevó al hueco de un balcón, diciéndole con rudeza: ¿Conque ustedes empeñados en que nos arruinemos? Y comenzó a tratar el asunto con una franqueza que desconcertó al inglés.

Estaban allí las que de algún modo por sus padres o maridos se relacionaban con el negocio, como la esposa y la hija de Calderón, la chica de Urreta, la señora de Biggs, Clementina Salabert y otras. Al lado de éstas algunas que por amistad íntima con ellas se habían decidido a acompañarlas, como Pacita y Mercedes Alcudia, cuya amistad con Esperancita era notoria.

León le escuchó entre impaciente y confuso. Por librarse de él prometió cuanto quiso. Luego, cuando se vió entre los amigos, contó la ridícula conferencia y se rió en grande a costa del desdichado concejal. El duque de Requena, después que dijo a Biggs lo que se proponía, se sentó a jugar al tresillo con la condesa de Cotorraso, el mejicano, marido de Lola, y el general Pallarés.

Señor duque, yo no tengo culpa respondía Biggs con marcado acento inglés . He recibido instrucciones. Las instrucciones son dadas según los consejos de un zorro viejo que hay en Madrid. ¡Oh, duque! exclamó Biggs riendo, no hay sorro vieco, no. Y la discusión continuó sin que el banquero español pudiese obtener nada del inglés, pero dejándole bastante preocupado.

Palabra del Dia

ayudantes

Otros Mirando