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Actualizado: 23 de junio de 2025
Amaury retrocedió asustado, con el rostro bañado en sudor frío. Magdalena, cayendo hacia atrás, había vuelto a quedar sentada oprimiéndose el pecho con una mano y llevándose el pañuelo a los labios con la otra.
Si no fuera un abuso el descubrir y revelar simbolismos en toda obra de arte, diría que Fermín de Pas es más que un clérigo, es el estado eclesiástico con sus grandezas y sus desfallecimientos, el oro de la espiritualidad inmaculada cayendo entre las impurezas del barro de nuestro origen.
La luz del sol, cayendo verticalmente á medio día, ó entrando debilitada por la parte baja, prodúce los mas extraños efectos de brillantez, de sombra y claro oscuro; y por la noche, cuando el interior está iluminado por el gas, ese museo-jardin en cuyo centro murmuran las aguas del surtidor, es de una hermosura arrebatadora.
En una fantasmagoría semi-real, en un teatro, delante del Emperador y de toda su corte, Fausto hace que Elena y Paris aparezcan. Cuando Paris roba a Elena, Fausto tiene celos, no puede contenerse, quiere quitar a Paris la beldad que lleva en los brazos, y deshace el encanto con una explosión, cayendo él como muerto.
Ahora es una melancólica ruina; la miseria, como un cruel vampiro, ha devorado su belleza y su juventud. Días pasados me contaba tristemente, con cierta macabra coquetería: ¿Ve usted estos dos dientes de arriba? Pues se me están cayendo... de anemia.
Ahora, ahora voy cayendo en ciertas cosas...: las entrevistas del duque con el empresario, la constancia con que esa Norma en ciernes asistía a las representaciones..., ya se van despertando mis quién vives. ¡Despertar los quién vives! dijo el barón ¡Qué expresión tan singular! Es una metáfora muy común repuso Rafael.
A semejanza de los primeros granizos de un turbión de pedrisco, desprendiéronse algunos, perceptibles, rojizos; al punto se deshizo toda la nube, cayendo vertical y ruidosa aquella granizada de insectos. Los campos quedaron cubiertos de saltamontes enormes, gordos como el dedo, en una extensión inmensa. Entonces diose principio a la matanza. Horrendo murmullo de aplastamiento de paja molida.
Hubo que obedecer. Se miró, hizo un esfuerzo violentísimo por sobreponerse a la impresión que debió de sufrir, y luego inclinó la cabeza sobre el pecho, mientras por las mejillas le caían dos lagrimones que no podían resbalar como antes sobre la tersura de la piel, sino que fueron cayendo de hueco en hueco y de hoyo en hoyo como gotas de agua arrojadas contra arena dura. ¡Qué escena tan triste!
Su vieja jardinería le recordaba los parterres de la Moncloa, pero más solitarios, más campestres, sin encontrar en sus avenidas otros paseantes que algún chicuelo del barrio con el cántaro al hombro. Además, le alegraba el canto perpetuo del chorro cayendo desde el caño dorado en un tazón de cuatro círculos.
4 Denunciad guerra contra ella; levantaos y subamos hacia el mediodía. ¡Ay de nosotros! Que va cayendo ya el día, que las sombras de la tarde se han extendido. 5 Levantaos, y subamos de noche, y destruyamos sus palacios.
Palabra del Dia
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