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Su coronel, D. Francisco de Paula Soler, parecía dar fuego a todos los fusiles con la arrebatadora llama de sus ojos; con el gesto de su mano derecha empuñando la espada, que parecía un rayo; con sus gritos, que sobresalían entre el granizado tiroteo, sublimando a los soldados.

Las luchas de los hijos desobedientes y degenerados del anciano David contra su padre; la dulzura y longanimidad de éste con los crímenes que cometen, causa principal de acrecer aún más su rabia, y disminuir el amor que le profesan, tales son los fundamentos de esta composición dramática, de arrebatadora belleza.

Muévese todo con celeridad arrebatadora; suprímense por completo los largos discursos; el diálogo es rápido y de acritud casi epigramática. La exposición del asunto no se hace por relación de algún personaje, sino que forma parte de la acción en las primeras escenas.

La Huerta refiere un hecho notable para probar la impresión arrebatadora que hizo esta comedia en el teatro. Los alcaldes de corte que presidían el espectáculo, tenían un asiento especial é iban acompañados de algunos alguaciles.

La descripción de las costumbres de la nobleza española de la Edad Media está hecha magistralmente, y en la exposición hay una vivacidad arrebatadora. La titulada Los hijos de la Barbuda, es parecida á la anterior, y escrita, como ella, en castellano antiguo.

Y fray Anselmo subió al púlpito, desde el cual proclamó, con su calurosa palabra de vidente, la necesidad de extirpar en España hasta las últimas raíces de herejía, si se deseaba salvar el reino... Tan extraña y arrebatadora fue su elocuencia, que todos lloraron.

La luz del sol, cayendo verticalmente á medio día, ó entrando debilitada por la parte baja, prodúce los mas extraños efectos de brillantez, de sombra y claro oscuro; y por la noche, cuando el interior está iluminado por el gas, ese museo-jardin en cuyo centro murmuran las aguas del surtidor, es de una hermosura arrebatadora.

En vez de los arranques poéticos del primero, encontramos en la segunda la más prosáica parsimonia; en vez de la abundancia y de la verdad de los motivos dramáticos, una acción mutilada en todas sus partes y sin dote alguna artística; en vez de la rapidez arrebatadora del diálogo, una conversación lánguida; en vez del sonido harmonioso que arrebata y de las rimas diversas que encantan el oído, el arrastre monótono de los alejandrinos.

Hay allí ese espíritu aventurero, esa galantería varia y confusa, esa poesía melancólica, apasionada, infantil, inocente, pero arrebatadora, de los edificios de la edad media, ora sea un templo, ora un palacio, ora un castillo, ora una cárcel.

En la fachada del Norte, que cae al Sena, se ven doce estátuas alegóricas, y al pié, verde, humilde y gracioso, un jardincito limitado por una verja, la cual lo separa del borde del rio. No es una perspectiva arrebatadora; pero es ingénua, cándida, inocente como los recuerdos de la niñez.