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Actualizado: 23 de junio de 2025
La Regenta cayendo, cayendo era feliz; sentía el mareo de la caída en las entrañas, pero si algunos días al despertar en vez de pensamientos alegres encontraba, entre un poco de bilis, ideas tristes, algo como un remordimiento, pronto se curaba con la nueva metafísica naturalista que ella, sin darse cuenta de ello, había creado a última hora para satisfacer su afán invencible de llevar siempre a la abstracción, a las generalidades, los sucesos de su vida.
Sublime espectáculo, sin duda, es ver a un mozo gallardo, sin más defensa ni escudo que flotante velo rojo, vestido de seda, más aderezado para fiesta o baile que para brava y terrible lucha, ponerse delante de irritada y poderosa fiera, llamarla a sí y darle muerte pronta, cayendo sobre ella con el agudo acero.
Teresa y su hija, rendidas por el llanto, agotada la energía después de tantas noches de insomnio, habían acabado por quedar inertes, cayendo sobre aquella cama que aún conservaba la huella del pobre niño. Batistet roncaba en la cuadra, cerca del caballo enfermo.
Si hacía sol, Lucía y Pilar bajaban al jardinete y pegaban el rostro a los hierros de la verja; pero en las mañanas lluviosas quedábanse en el balcón, protegidas por los voladizos del chalet, y escuchando el rumor de las gotas de lluvia, cayendo aprisa, aprisa, con menudo ruido de bombardeo, sobre las hojas de los plátanos, que crujían como la seda al arrugarse.
Era el caso que Anís se había quedado dormido durante la narración que había hecho su hermana; de lo que resultó que perdiendo el equilibrio, cumplió el vaticinio de su madre, cayendo en lo interior del tiesto, en el que quedó hundida toda su diminuta persona, a excepción de sus pies y piernas, que se alzaban del interior de la maceta, como una planta de nueva especie.
Como que es comedianta y necesita estudiar los papeles. ¡Ah! dijo dolorosamente Montiño, cayendo desplomado de lo alto del que creía un poderoso argumento.
Un valiente está encargado de un puesto peligroso: el riesgo crece por momentos; á su alrededor van cayendo sus camaradas: los enemigos se aproximan cada vez mas; apénas hay esperanza de sostenerse, y la órden para retirarse no llega. El desaliento entra por un instante en el corazon del valiente; ¿á qué morir sin ningun fruto?
Recobróse algún tanto, y dando aliento á la naturaleza el vigor del espíritu, se puso en camino cayendo y levantando á cada paso; y al cuarto día, hallando un poco de miel silvestre, se la presentamos al Padre para apagar la sed.
Los zamarros son dos piernas de calzón, de media vara de ancho, cerradas a lo largo, pero abiertas en su punto de unión, de manera que sólo protegen las extremidades. Cayendo sobre el pie metido en el estribo morisco que semeja un escarpín, dan al jinete un aire elegante y seguro sobre la silla.
«Durante toda mi existencia pensaba Francisco han ido cayendo en el pasado todos mis días, lo mismo que esos pétalos secos, sin que un solo acto generoso los haya iluminado un instante. Ya no será ahora así, ya tendré un rayo de sol en mi pobre vida.»
Palabra del Dia
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