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Actualizado: 25 de junio de 2025


El Magistral estaba crucificado también por la calumnia, por la necedad, por la envidia y el desprecio... y el pueblo asesino le volvía las espaldas y le dejaba allí solo... y ella... ella... ¡estaba haciendo lo mismo! ¡Oh, no, al Calvario, al Calvario! al pie de la cruz del que no era su hijo, sino su padre, su hermano, el hermano y el padre del espíritu».

Señorita Helouin, es tiempo de poner fin á esta escena, porque ya raya en melodrama. Me ha hecho usted una buena jugada para prevenirme sobre el terreno de la delación y de la calumnia; pero puede descender á él en plena seguridad, pues le doy mi palabra de no imitarla. Después de esto, soy su servidor.

No vacila, sin embargo, en cumplir su palabra: comienza la lid; el Conde es desarmado, y confiesa que ha levantado la calumnia contra la Duquesa por vengarse del desdén, con que acogiera su amor; pero á consecuencia de este acontecimiento, el Duque amenaza con su cólera al calumniador vencido, á quien defiende Rodrigo, correspondiendo de esta manera á los favores que le debe.

Pero ¿qué es esto... qué pasa? por caridad... señora... por compasión, Ana... no ve usted que tiemblo como una vara verde.... Yo no soy un juguete.... ¿Qué pasa... qué debo temer...? Ayer ese hombre estaba borracho... él y otros pasaron delante de mi casa... a las tres de la madrugada.... Orgaz le llamaba a gritos: «¡Álvaro! ¡Álvaro! aquí vive... tu rival... eso decía, tu rival...» ¡la calumnia ha llegado hasta ahí!...

Todavía, después de tantos años, ahora que de nadie necesito, ahora que si no soy rico, por lo menos vivo cómoda y decentemente, sin pensar en el dinero para el día de mañana, cuando recuerdo la hipócrita calumnia de Ricardo y las reticencias de don Juan, siento que me ahoga la sangre.

Dolíase interiormente del sosiego y felicidad que en su casa disfrutaba, pensando en que nada sufría por el Dios que nos redimió con su sangre. Ansiaba que le levantasen una calumnia como las que Palmerina hizo sufrir a Santa Catalina de Siena, a fin de que la despreciasen y maltratasen; pero a ninguna persona de su casa ni de fuera se le pasaba por la imaginación semejante cosa.

»La carta delatora me ha hecho ver lo que yo no quería ver, sin advertir que era yo quien no quería ver. »Es evidente mi infortunio. »He querido, no obstante, negármele aún. He querido persuadirme de que era la carta una calumnia. Nuevas pruebas me dicen que no. »El vínculo indisoluble que ata mi existencia a la de Beatriz no es el de la religión; no es el de las leyes.

Aventurado sería determinar cuál de los cuatro es el héroe de la tradición, y en esta incertidumbre puede el lector aplicar el mochuelo a cualquiera, que de fijo no vendrá del otro barrio a querellarse de calumnia. El tal almirante era hombre de más humos que una chimenea, muy pagado de sus pergaminos y más tieso que su almidonada gorguera.

Es una calumnia, señor, una calumnia. ¿Pero qué es esto? dijo Amaranta fingiendo la mayor estupefacción . ¿Mis palabras han podido causar el disgusto del Sr. D. Pedro? Jesús, ahora caigo en que he cometido una gran imprudencia. Dios mío, ¡qué daño he causado! Sr. D. Pedro, yo no sabía nada, yo ignoraba... Desunir por una palabra indiscreta dos voluntades... Este mozalbete tiene la culpa.

Pero con motivo de condenar su mala lengua, corría de boca en boca, el asunto de sus murmuraciones vagas y cobardes. Obdulia meditaba poco lo que decía, hablaba siempre aturdida, por máquina, pensando en otra cosa; iba sacándole filo a la calumnia sin sospecharlo.

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