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Actualizado: 25 de junio de 2025
¡Singulares extravíos de la conciencia pública, que Dios permite a veces en su infinita justicia para castigar con una calumnia el delito verdadero que había quedado impune!
No estoy loca, no, ni calumnio a nadie... La que calumnia a un sacerdote es usted, pícara, que tiene que dar cuenta a Dios de su maldad... Repórtese la testigo dijo el presidente. Repórtese también la querellante, o me veré obligado a expulsarlas de la sala. Pero ni una ni otra hicieron caso de la amenaza. Obdulia siguió gritando: ¡Falso! ¡Miente usted!
De los autos dedujo el virrey que todo era calumnia, y mandó poner en libertad al preso, autorizándolo para volver a Quito y dándole seis meses de plazo para que sublevase el territorio; entendiéndose que si no lo conseguía, pagarían los delatores las costas del proceso y los perjuicios sufridos por el caballero. ¡Hábil manera de castigar envidiosos y denunciantes infames!
El mismo orgullo detuvo el curso de sus pensamientos amargos con esta consideración: ¿Por qué dar asenso a lo que el anónimo decía? ¿Por qué no suponer que se trataba de una vil calumnia con que algún enemigo quería envenenar su existencia? Mas el dardo había entrado tan profundamente en su corazón que no podía arrancárselo.
Pero á esto se me ocurre objetar: ¿no sería mejor y más prudente en vez de pelearse con Dios, insultarle y llamarle tirano, creer que es bueno y hasta que todo eso de las penas eternas puede ser una calumnia que le han levantado á Dios en las Edades Tenebrosas, como el coronel Ingersoll las llama?
Al fin el conde se decidió a escribir una carta a su antigua amante. «En este momento acaban de decirme que nuestra Josefina, nuestra adorada Josefina, está padeciendo martirios increíbles de tu mano. Creo que es una vil calumnia. Conozco tu genio, que es vivo y fogoso, pero noble. No puedo atribuirte semejante cobardía.
El espectador tiene gana de exclamar: «Fi donc, Messieurs; a votre âge!» Nadie escucha al orador, hasta que la orden del día llama a la discusión de la ley de imprenta, en revisión de la Cámara de Diputados. Por un artículo se impone a los funcionarios públicos la acusación de calumnia.
Sufrió tambien esta reina primero por la vida licenciosa de su esposo, y posteriormente por unos celos infundados nacidos de la calumnia de un page, que por una especial disposicion de la providencia, para la que nada hay casual, recibió la muerte que con sus embustes habia preparado á su compañero.
Tal concepto tenía formado de la duquesa de Gandía, que le pareció un sacrilegio la revelación del tío Manolillo. Eso es imposible; imposible de todo punto; tu lengua ponzoñosa nada respeta; es una calumnia infame. La duquesa de Gandía es una santa.
Don Quintín se alejó tristemente, imaginando que pues Mariquita, a pesar de ser tan guapa, no tenía con qué pagar el cuarto, era criminal poner en duda su moralidad, y que la acusación de escándalo y descaro era calumnia porteril.
Palabra del Dia
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