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Actualizado: 25 de junio de 2025
Algunos días, dando a su teórico paseo una dirección determinada, íbase a casa de Juan Bou, no a pedir trabajo, sino a charlar un poco con el maestro, por quien conservaba ligera inclinación, parecida al afecto. «Hola, tagarote, ¿qué buscas por aquí? le dijo, tocado de aquella verbosidad que fuera indeterminable si no le entrecortara la tos . Siéntate. Pues todavía mejoras poco.
JIMENA. ¡El es, por Dios! ¡Y dudabas de su fe! LEONOR. ¡Jimena! JIMENA. Te estorbaré... solos os dejo a los dos. LEONOR y MANRIQUE, rebozado LEONOR. ¡Manrique! ¿Eres tú? MANRIQUE. Yo, sí... No tembléis. LEONOR. No tiemblo yo; mas si alguno entrar te vio... MANRIQUE. Nadie. LEONOR. ¿Qué buscas aquí? ¿Qué buscas?... ¡Ah!... Por piedad... MANRIQUE. ¿Os pesa de mi venida?
Lo mismo fue verla Maximiliano, que se turbó cual si le hubieran sorprendido en un acto vergonzoso. «¿Qué buscas tú aquí, chiquilla sin vergüenza?». Por toda contestación, la rapaza le enseñó medio palmo de lengua, plegando los ojos y haciendo unas muecas de careta fea de lo más estrafalario y grotesco que se puede imaginar. Sí, bonita te pones... Lárgate de aquí, o verás...
22 Y siguiendo Barac a Sísara, Jael salió a recibirlo, y le dijo: Ven, y te mostraré al varón que tú buscas. Y él entró donde ella estaba, y he aquí Sísara yacía muerto con la estaca por la sien. 23 Y aquel día sujetó Dios a Jabín, rey de Canaán, delante de los hijos de Israel.
Servía de amanuense en la escribanía mayor del gobierno, cuyo cargo de escribano mayor era desempeñado entonces por el marqués de Salinas, quien pagaba a nuestro joven veinte duros al mes, le daba por pascua del Niño Dios un decente aguinaldo y se hacía de la vista gorda cuando era asunto de que el mocito agenciase lo que en tecnicismo burocrático se llama buscas legales.
12 y vio dos ángeles en ropas blancas que estaban sentados, el uno a la cabecera, y el otro a los pies, donde el cuerpo de Jesús había sido puesto. 13 Y le dijeron: Mujer, ¿por qué lloras? Les dice: Han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto. 15 Le dice Jesús: Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?
Soledad, por el momento, no tuvo ojos sino para esta madre complaciente. ¡Alcahueta! ¡asquerosa! murmuró con ira reconcentrada. Lo que tú buscas es enredar á Velázquez para que se case con tu hija. ¡Claro, como es rico, para él todo son mimos! ¿Qué te importa que una pobrecilla quede deshonrada y á la clemencia de Dios? Dos lágrimas saltaron á sus ojos que se secaron al instante.
Cierto mediodía, al cruzar el largo puente del Tormes, viole sorbiendo sol, la espalda contra el pretil, los brazos en cruz y los ojos fijos en el cielo, como si esperara, cual otro San Pablo, ver bajar de las nubes, en el pico de un pájaro, el milagroso mendrugo. La pinta era buena. Había estofa para un paje, Ramiro preguntole: Muchacho: ¿buscas amo?
Cuando digo que tú me andas buscando... Pues te juro que si me buscas, me encontrarás. Pero, mujer repuso temblando mi amo , estaba aquí mirando el derrotero de Alcalá Galiano y de Valdés en las goletas Sutil y Mejicana, cuando fueron a reconocer el estrecho de Fuca. Es un viaje muy bonito: me parece que te lo he contado.
¿Entonces buscas tú misma la expiación? La cantante irguió su frente soberbia y dijo con gran tranquilidad: ¿Por qué no? ¿Has llegado á tal grado de debilidad que ya no quieres defenderte? Estoy cansada de astucias, de engaños, de fugas y de misterios. Todo antes que volver á empezar la vida que arrastro hace dos años. ¡Sí! ¡Quéjate todavía! Nunca has estado tan favorecida.
Palabra del Dia
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