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Actualizado: 25 de junio de 2025
Á los quince días de echada esta carta en la estafeta del lugar, recibió el solariego esta otra en rico papel con cantos dorados: «Mi querido Silvestre: Ego sum, amigo mío, yo soy el que buscas, el que estudió contigo en la villa, el que te debe dos reales y medio y unos tirantes de goma.
Pero ¿qué buscas, que así miras al suelo? Busco un papel que se me ha perdido. Déjate de papeles me dijo Marijuán . ¡Demonios de marinos! ¿Viste cómo atacaban? La hacen hija legitima por autorización real. ¿Qué estás diciendo? Ya no queda duda que hemos vencido a Napoleón, y como éste ha vencido a todo el mundo, resulta que nosotros hemos vencido al mundo entero. ¿Pero, chico, no te vuelves loco?
¡Alto ahí, canalla, o te rompo el morro! exclamó Diógenes poniendo su formidable puño en las narices mismas de Jacobo . ¿Qué es lo que buscas tú? ¿Dinero?... Pues ahí tienes a la de Albornoz; una... pelona como tú, que te dará lo que quieras... ¿Qué más te da, llamarte Jacobo que monsieur Alphonse?...
Que me enojé cuando vi Que entre las aguas me vió. ¿Qué buscas por los cristales Destos libres arroyuelos, Sancho, que guarden los cielos, Cada vez que al campo sales? ¿Has hallado unos corales Que en esta margen perdí? SANCHO. Hallarme quisiera a mí, Que me perdí desde ayer; Pero ya me vengo a ver, Pues me vengo a hallar en ti. ELVIRA. Pienso que ayudarme vienes A ver si los puedo hallar.
Entre aquella multitud de papeles encontré uno que hirió mi vista; era el fragmento de una carta desgarrada. Sólo pude ver en él palabras sueltas, frases cortadas; pero la letra era de Teobaldo, y dirigida a Carlos. He aquí su contenido: »¿Qué buscas, pues?... ¿Qué esperas?... insensato... Seis meses de dicha... dices, ¡y luego morir!... ¡Morir, ingrato!... ¿Y ella?... porque no te hablo de mí...»
"¿Y adónde se hallará ése -decía yo entre mí- si Dios agora de nuevo, como crió el mundo, no le criase? Andando así discurriendo de puerta en puerta, con harto poco remedio, porque ya la caridad se subió al cielo, topóme Dios con un escudero que iba por la calle con razonable vestido, bien peinado, su paso y compás en orden. Miróme, y yo a él, y díjome: "Mochacho, ¿buscas amo?"
El soberano Señor, en su infinita bondad y misericordia, no ha querido, á pesar de nuestras maldades, que nadie tenga que ser un Séneca para saber perfectamente cuál es su obligación, ni mucho menos que nadie tenga que ser un héroe estupendo para cumplirla. Ni para conocerla te falta entendimiento, ni para cumplir con ella debe faltarte voluntad. ¿Qué es lo que buscas, pues en mí?
Gabriel dijo como quien despierta de un mal sueño . ¿Cómo has entrado aquí? ¿Qué buscas? No me esperabas sin duda. Su acento de profunda sorpresa no indicaba pesadumbre ni contrariedad. Después añadió: No parece sino que te ha enviado Dios en socorro mío. Acompáñame: tengo que salir a la calle. ¡A la calle! exclamé más desconcertado aún.
Y por un accidente de la vida, ¿buscas un puñal contra la vida? ¿Quieres sacrificar el cielo á un celaje? ¿Quieres sacrificar el mar á una ola? ¡Ay! Á la gota de sangre que cae de un dedo, ¿quieres sacrificar el corazon? Á la lágrima que cae de los ojos, á este soplo del aroma húmedo de nuestra alma, ¿quieres sacrificar el alma toda?
¿Será que mi cabeza descarrila, como dice algunas veces la abuela?... 29 de enero. Esta tarde, me ha sorprendido la abuela registrando el diccionario geográfico. ¿Qué buscas, Magdalena? Nada, abuela... El nombre de una población balbucí ruborizándome de un modo anormal. ¿Qué nombre? Bellefontaine murmuré ocultando esta vez la cara en el libro.
Palabra del Dia
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