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Actualizado: 6 de junio de 2025


Con ese criterio la acción más noble y generosa resulta despreciable y lo mismo podrías pensar de otro maquinista que, al entrar con un tren rápido entre las quintas de Flores, vio un pequeño bulto en la vía, que a la distancia le pareció un perro; pero cuando estuvo casi encima, a pocos metros, vio que era una criatura, y sin tiempo material para parar la máquina pasó en dos brincos hasta el miriñaque y al llegar a la niñita, la levantó en alto con una mano, salvándola de una muerte segura.

Vamos, mujer dijo cariñosamente el señor D. Manuel Penáguilas, pues no era otro , las personas decentes no comen moras silvestres ni dan esos brincos. ¿Ves?, te has estropeado el vestido... no lo digo por el vestido, que así como se te compró ese, se te comprará otro... dígolo porque la gente que te vea podrá creer que no tienes más ropa que la puesta.

¡Es que daba unos brincos tan grandes!... Se ponía así para arriba... ¡Jesús! Yo estaba asustada. Es que la estaba enseñando a levantarse de manos repuso el joven sonriendo con superioridad. Como no la han trabajado hasta ahora, se resiste un poquito.

Y cuando al oír un ligero silbido de mis labios, ambos acudieron desde lejos dando brincos y vinieron a rozar suavemente mi cuello con sus hocicos, esperando una caricia, mi corazón se dilató: me sentía orgullosa de que hubiera en la tierra criaturas, aunque privadas de razón, que se inclinaban ante mi poder y me eran sumisas por afecto, y alcé hacia Roberto una mirada triunfante: ahora él debía saber quién era yo y qué pretendía.

«Esto es maravilloso decía . Vaya con las patitas de las consolas... ¡Qué elegancia de curvas! ¿Y esas cortinas con amorcillos y guirnaldas?... ¡Pero dónde llega el techo...! ¡María Santísima! Yo me estaría toda la vida mirando esas pastoras que dan brincos y esos niños que cabalgan en un cisne. Ha de convenir usted conmigo, Sr. D. José, en que hoy por hoy no se hacen más que mamarrachos.

De cuatro brincos se pusieron en la puerta de la escalera de Cáceres, y por allí pasaron a su casa. Pez dio un suspiro. Rosalía llevaba en su mano una rosa medio estrujada, olorosísima, en cuyo cáliz introducía la nariz de rato en rato, cual si quisiera aspirar de una vez todo el aroma contenido en ella. Tal flor era digna funda de nariz tan bonita.

Cuando salieron por el otro extremo de la aldea comenzó á correr alegremente y dando brincos sin pensar en la vuelta. Mas he aquí que unos cien pasos más allá, al revolver de la colina, divisa en un maizal á sus dos enemigos. Y es lo peor que también ellos le divisaron y en cuanto le divisaron emprendieron hacia él una carrera vertiginosa.

Como el año ha sido bueno, la procesión no deja nada que desear en punto á brincos, cohetes, vivas, cantares, piporrazos, aleluyas, flores, ramos, tortas, plegarias. Por la tarde, algunas cabezas dan en el suelo ó se estrellan contra la esquina. Es el alcohol que sube al pulpito.

Al salir Arizmendi con su mujer y sus hijas de misa, Cacochipi y su discípulo cayeron sobre ellos y les dieron un sin fin de apretones y de golpes; Joshé recordó a Arizmendi que tenía dentadura postiza, a su mujer que se ponía añadidos y a la hija mayor el novio con quien había reñido, y después de otra porción de cosas igualmente oportunas se marcharon las dos máscaras dando brincos.

La Carducha ordenó de hacer quedar a Andrés por fuerza, ya que de grado no podía; y así, con la industria, sagacidad y secreto que su mal intento le enseñó, puso entre las alhajas de Andrés, que ella conoció por suyas, unos ricos corales y dos patenas de plata, con otros brincos suyos, y apenas habían salido del mesón, cuando dió voces, diciendo que aquellos gitanos le llevaban robadas sus joyas; a cuyas voces acudió la justicia y toda la gente del pueblo.

Palabra del Dia

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