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Actualizado: 17 de julio de 2025
Al fatigarse, descendían al claustro, y agarrados a las barandillas, emprendían un susurro que estremecía el religioso silencio como un suspiro de amor. De vez en cuando se abrían las cancelas de la catedral, esparciendo en el jardín y las Claverías una bocanada de aire cargada de incienso, de rugidos de órgano y voces graves que cantaban palabras latinas prolongando solemnemente las sílabas.
Luego, recobrando su gravedad y reclinándose en su asiento, mientras lanzaba una bocanada de humo, añadió el chueta: Tienes razón. Matemos a los muertos: pisoteemos los obstáculos inútiles, las cosas viejas que obstruyen y complican nuestro camino.
Al alzarse el telón vino una bocanada de aire más respirable a aquel horno; poco duró, pero al menos dio ánimos para atender a las primeras escenas del drama. El cual merecía bien que se sufriese la asfixia y otros géneros de tortura, a trueque de verlo representar. Desde la exposición tuvo conmovidos y suspensos a los espectadores.
Pues entonces dijo Miguel seria y pausadamente soltando otra bocanada de humo, te anuncio que cuando sea ministro de la Gobernación, tendré el honor de suprimir las corridas de toros. Enrique le echó una mirada torva. ¡Ya se librará ningún ministro de la Gobernación de suprimir los toros! ¿Y dónde está tu padre ahora? dijo Miguel levantándose.
Y avanzaba por la plataforma inmediata á los altos hornos, saltando los arroyos de metal en ebullición. Cada vez que pasaba por encima de una de las zanjas, una bocanada de fuego subía por sus piernas hasta la cruz de los pantalones. ¡Por fin!... Aquí se respira dijo el doctor al descender de la meseta donde sangraba el mineral, poniendo los pies en tierra firme.
El zorro, colgado boca abajo, permanecía inmóvil, y nadie le tuviera por vivo á no ser por sus ojos abiertos que giraban lanzando miradas recelosas á los espectadores. La sonrisa de éstos le contrariaba visiblemente. Empezaban á sonar los chasquidos de la hierba y el fuego iba cundiendo poco á poco por lo más interno del montón, que lanzó una bocanada de humo espeso.
Sin temor ni escrúpulo de ninguna especie, violaban las reglas de buen comportamiento á que se sometían todos los demás, fumando á las mismas narices del alguacil de la población, aunque cada bocanada de humo habría costado buena suma de reales, por vía de multa, á todo otro vecino de la ciudad, y apurando sin ningún reparo tragos de vino ó de aguardiente en frascos que sacaban de sus faltriqueras, y que ofrecían liberalmente á la asombrada multitud que los rodeaba.
Una infernal complacencia le conduce á una alta galería de su alcázar, desde donde espera cebar la ansiosa mirada en un espectáculo horrible, pero adecuado á su sed de venganza. ¡Ah, que el infeliz no cuenta con que en favor de los desvalidos mártires está ya armado el cielo!... Penden de sendos árboles allá abajo, reflejándose siniestramente en las claras aguas del gran rio , dos objetos denegridos que se destacan sobre el verde pardusco de las alamedas: la brisa que mueve las hojas mueve tambien en ellos una especie de copo de leve crespon que á veces se desvanece como una bocanada de negro humo.
El señor, contra las presunciones del granuja, pasó de largo, echándole á la cara una bocanada de humo de su grueso cigarro. Cafetera lo tragó con ansiedad, y retirando de los labios su colilla, se fué detrás del puro. ¿Me da la punta usté? Chocó al interrogado la desvergüenza del raquero. Miróle muy detenidamente, y ¿Quién eres tú, chicuelo? le preguntó. Yo soy ... Cafetera. ¿De dónde eres?
Al pensar esto, una bocanada de humo balsámico salía del corazón de la dama, llenaba todo su tórax y se le subía hasta la nariz, dándole un picor muy vivo y ahuecándosela considerablemente. Por fin el cerebro de Bringas, tras un laboriosísimo parto, dio a luz esta idea: ¿Se habrán casado?...
Palabra del Dia
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