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Actualizado: 8 de mayo de 2025


Traed vos dineros, Sancho, y el casarla dejadlo a mi cargo; que ahí está Lope Tocho, el hijo de Juan Tocho, mozo rollizo y sano, y que le conocemos, y que no mira de mal ojo a la mochacha; y con éste, que es nuestro igual, estará bien casada, y le tendremos siempre a nuestros ojos, y seremos todos unos, padres y hijos, nietos y yernos, y andará la paz y la bendición de Dios entre todos nosotros; y no casármela vos ahora en esas cortes y en esos palacios grandes, adonde ni a ella la entiendan, ni ella se entienda.

Estando yo tan enamorado de doña Juana y estando Isabelita tan enamorada de D. Ambrosio, los cuatro correríamos grave peligro, si mi futura y yo nos quedásemos por aquí. Así tenemos razón sobrada para largarnos de este lugar, no bien nos eche la bendición el cura, y huir de dos tan apestosos personajes como son la madrastra de Isabelita y su hermano.

En lo gordo se os echa de ver que sois nuevo. ¿Qué tiene esto de refectorio de Jerónimos para que se críen aquí? Yo, con esto, me comencé a afligir, y más me susté cuando advertí que todos los que vivían en el pupilaje de antes estaban como leznas, con unas caras que parecía se afeitaban con diaquilón. Sentóse el licenciado Cabra y echó la bendición.

Lo cierto es que desde el día en que el cura había echado la bendición nupcial sobre doña Gertrudis, se puede asegurar que esta noble señora no había hecho otra cosa que atender a los quebrantos y lacerias de su cuerpo, arrastrando una vida mezquina al través de las enfermedades más extrañas e inverosímiles que jamás se hubiesen visto.

Los políticos, sin embargo, continuaban disputando en la sala vecina, aun después de retirada la última moneda de la mesa de juego. Cuando salimos para continuar el monte en casa de lord Gray, D. Diego me dijo: Mi mamá cree a estas horas que duermo como un talego. En casa nos retiramos a las diez. Mi mamá, después de cenar, nos echa la bendición, rezamos varias oraciones y nos manda a la cama.

Porque la señora doña Guillermina, que es tan buena, nos socorrió con bonos de carne y pan, y a Nicanora le dio una manta, que nos viene como bendición de Dios, porque en la cama nos abrigábamos con toda mi ropa y la suya puesta sobre las sábanas... Descuide usted, Sr. del Sagrario; yo le procuraré alguna prenda en buen uso. Tiene usted la misma estatura de mi marido.

Además, esto, Bonis, voy a verte. A ti ya no te importa. Pero a ... todavía . Yo no soy tu mujer; pero eres mi marido. No tengo otro. Si yo hubiera sido la hija mimada del abogado Valcárcel, la bendición que santificó tus amores con otra hubiera caído sobre . No des al azar más importancia que tiene.

En el solemne instante de cruzar el puente del Vidasoa, mi corazon conmovido profundamente envió desde el extremo del puente un saludo de bendicion y de cariño á mi familia y á mi patria.

Marner tenía razón en lo que decía respecto del hombre que aleja de su puerta una bendición; esa bendición le toca a otra persona. Antes, Nancy, quise pasar por no tener hijos. Hoy pasaré contra mi voluntad por no tenerlos. Nancy no habló en seguida, pero un momento después preguntó; ¿No dirás entonces que Eppie es vuestra hija?

De todo corazón me entrego a ti, Dios mío, y gustosa acataré tus paternales decretos. ¡Dame tu bendición para mis hijos, y para mis amigas, para aquellos que me aman y a lo que yo tanto he amado en este valle de lágrimas! Estas son las últimas palabras que mi madre escribió en la última página de su diario. Esto es lo que resta aquí en la tierra del alma pura de aquella santa y encantadora mujer.

Palabra del Dia

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