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Y luego... ¡estas armas! ¿para qué son estas armas? ¿a quién tiene que matar un hombre honrado? Son objetos de arte, la dije. Traed: pues, a vuestro gabinete un cañón de a veinticuatro cincelado. ¡Ah! ¿no crees que sea necesario alguna vez?... ¡Nunca! ¿Ni aun por un asunto de honor?

Traed vos dineros, Sancho, y el casarla dejadlo a mi cargo; que ahí está Lope Tocho, el hijo de Juan Tocho, mozo rollizo y sano, y que le conocemos, y que no mira de mal ojo a la mochacha; y con éste, que es nuestro igual, estará bien casada, y le tendremos siempre a nuestros ojos, y seremos todos unos, padres y hijos, nietos y yernos, y andará la paz y la bendición de Dios entre todos nosotros; y no casármela vos ahora en esas cortes y en esos palacios grandes, adonde ni a ella la entiendan, ni ella se entienda.

9 Cuando descendieron a tierra, vieron ascuas puestas, y un pez encima de ellas, y pan. 10 Les dice Jesús: Traed de los peces que cogisteis ahora. 11 Subió Simón Pedro, y trajo la red a tierra, llena de grandes peces, ciento cincuenta y tres; y siendo tantos, la red no se rompió. 12 Les dice Jesús: Venid, comed. Y ninguno de los discípulos osaba preguntarle: ¿, quién eres?

-Calla, Teresa -respondió Sancho-, que muchas veces donde hay estacas no hay tocinos, y vámonos a nuestra casa, que allá oirás maravillas. Dineros traigo, que es lo que importa, ganados por mi industria y sin daño de nadie. -Traed vos dinero, mi buen marido -dijo Teresa-, y sean ganados por aquí o por allí, que, comoquiera que los hayáis ganado, no habréis hecho usanza nueva en el mundo.

41 El entonces dijo: Traed harina. Y la esparció en la olla, y dijo: Da de comer al pueblo. Y no hubo más mal en la olla. 43 Y respondió él que le servía: ¿Cómo he de poner esto delante de cien varones? Mas él volvió a decir: Da al pueblo [para que] coman, porque así dijo el SE

10 Traed todos los diezmos al alfolí, y haya alimento en mi Casa; y probadme ahora en esto, dijo el SE

El alcalde, con la esperanza de merecer por el favor del duque de Lerma, hizo, como vulgarmente se dice, de tripas corazón, asió á tientas el cadáver por los pies, le arrastró hacia el postigo y le sacó fuera. Luego entró. ¿Habéis concluído ya? dijo el duque. , excelentísimo señor. Cerrad el postigo, señora, y después traed las luces.

21 Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo, y delante de ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo. 23 Y traed el becerro grueso, y matadlo, y comamos, y hagamos banquete; 24 porque éste mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a hacer banquete.

Almorzad, almorzad conmigo, y después de almorzar ya veréis cómo pensáis de otro modo. , , es preciso dijo Dorotea y aunque sólo fuera por probar... Observo que en el estado en que nos vemos necesitamos más vino, una botella es poco. Traed, traed más vino; cuatro botellas... dijo Dorotea. ¿De qué? repuso Casilda. Puesto que tenéis bodega, que venga, si hay, Jerez dijo Quevedo.

Traed un martillo. Alguien fué por el martillo. ¡Eh, vosotros! volvió a gritar Tristán ; os advierto que estamos armados, que somos dueños de la Santa Bárbara, y que hay tres toneles de pólvora. No os atacamos porque no queremos hacer una matanza inútil; pero tened en cuenta que podemos hacer saltar el barco. La amenaza hizo su efecto.