United States or Svalbard and Jan Mayen ? Vote for the TOP Country of the Week !


21 porque la profecía no fue en los tiempos pasados traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados del Espíritu Santo. 1 Pero hubo también falsos profetas en el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente sectas de perdición, y negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre mismos perdición acelerada.

Si tiene efecto el refuerzo de tropa en el Rio Negro, talvez se proporcionará ocasion que contenga á los indios, y libres de recelos los pobladores, puedan extenderse en el egercicio de la argricultura, y cria de ganado; pues uno y otro han de ser los mas sólidos cimientos en que estribe, y se asegure la poblacion, atrayendo mayor número de vecinos, que por mismos formen cuerpos para resistirles, y escarmentarles en todo tiempo.

Serenó su semblante, y atrayendo á con ambas manos la cabeza de la joven, la dijo: ¡Oh, y cuan bien que brillaría sobre esta serena y noble frente una corona! , una corona de mirto y rosas purpúreas dijo doña Catalina sonriendo ; una corona de amor. Desconcertóse Quevedo; doña Catalina no tenía más ambición que su amor.

Indigna he sido; pero, según mi conciencia, hubiera sido más indigna haciendo otra cosa que el mundo no reprueba, sino aplaude; atrayendo con astucia al Conde, con persistencia reflexiva, sin más pasión que el deseo de colocarme; esto es, de lograr un título, quince mil duros de renta al año y una brillante posición.

Atrayendo á un centro común las diversas y opuestas tendencias de sus predecesores; prefiriendo á todos los elementos dramáticos los populares, pero realzándolos á la par con su ingenio y elegancia, trazan al drama insólito rumbo, que aventaja inmensamente al que le antecedió.

Sus buques permanecían encadenados un año entero en los puertos de Aulide por miedo á la hostilidad de la atmósfera, y para aplacar á las divinidades del Mediterráneo sacrificaban la vida de una virgen. Todo era peligro y misterio en el reino de las ondas. Los abismos rugían, los peñascos ladraban, los escollos eran sirenas cantoras que iban atrayendo con su música á las naves para despedazarlas.

Se detenía cerca de alguna loma favorita que le permitía sentarse, mientras que Eppie iba titubeando a recoger los botones de oro, interpelando a las criaturas aladas que murmuraban felices encima de sus pétalos brillantes y atrayendo continuamente la atención de «papá» cuando le traía su cosecha.

Pues viceversa respondió él ; a se me comunica su alegría de usted, y a veces aún gasto mejor humor del que usted misma gastaría. También el júbilo es contagioso. Díjolo atrayendo a otra rama de mimbre que descortezó con las uñas, arrojando las tiras de película tierna al pantano, y mirando fijamente los círculos que en el agua abrían al caer.

Y como si sus pensamientos ejerciesen influencia a larga distancia, atrayendo a las personas, el bandolero obedecía a sus deseos presentándose de buena mañana en el cortijo. ¡El Plumitas! Este nombre evocaba en su imaginación la figura completa del bandido. Casi no necesitaba conocerlo: apenas iba a experimentar sorpresa.

Fortunata habría deseado que su marido se durmiese y la dejase en paz. Pero no parecía él dispuesto a hacerle el gusto en esto. Presentábase aquella noche bastante locuaz, lo que la disgustó mucho, pues pocas veces se había sentido con menos ganas de conversación. A poco de acostarse, observó que su marido, sentado frente a la mesa donde estaba la luz, sacaba del bolsillo un paquete, después otro, objetos envueltos en papeles, y los ponía frente a , como un hombre que se prepara a trabajar. El ligero ruido estridente que hace el papel al ser desdoblado, ruido que se acrecía con el silencio de la noche, molestaba a Fortunata atrayendo su atención. Lo primero que hizo Maxi fue sacar de un envoltorio de regular tamaño multitud de paquetes chicos muy bien doblados, como los que en Farmacia se llaman papeletas, forma en que se dividen y expenden las dosis de las medicinas en polvo. Pero después vio la joven que desliaba otro paquete de forma larga y... ¡Ay, Dios mío, era un cuchillo!... Lo estuvo él contemplando un rato por un lado y por otro, y acercaba la yema del dedo a la punta como para probar si era bien aguda. La esposa sintió sudor frío en todo su cuerpo... No pudo contenerse, y como si despertase a un durmiente para librarle de los fingidos horrores de angustiosa pesadilla, le dijo... «Maxi, hijo, ¿qué haces?».