Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 2 de junio de 2025
Otro empleado, muy joven aún, simuló estar perdidamente enamorado de la mujer del embajador chino; durante algún tiempo logró atraer sobre él la atención y aun la compasión; pero la gente experimentada no tardó en comprender que aquello no era sino una imitación miserable de una auténtica originalidad, y todos le volvieron con desprecio la espalda. Hubo otras muchas tentativas de la misma índole.
Las brujas realizaban sus conjuros y adobaban sus ungüentos a favor de aquella lumbre maléfica, que desconcertaba las potencias y parecía atraer la sangre del hombre. Un pájaro invisible graznó en los aires, a su izquierda. ¡Sería una corneja! Al acercarse al barranco, en cuya escarpa se abría la secreta abertura, Ramiro ocultose tras el tronco de una encina para otear el contorno.
En tal situación siente vivos impulsos de salir a la calle; se levanta, se viste, pero no está segura de haberse quitado la venda. Sale, se dirige a la calle de la Magdalena, y se para ante el escaparate de la tienda de tubos, obedeciendo a esa rutina del instinto por la cual, cuando tenemos un encuentro feliz en determinado sitio, volvemos al propio sitio creyendo que lo tendremos por segunda vez. ¡Cuánto tubo!, llaves de bronce, grifos, y multitud de cosas para llevar y traer el agua... Detiénese allí mediano rato viendo y esperando. Después sigue hacia la plaza del Progreso. En la calle de Barrionuevo, se detiene en la puerta de una tienda donde hay piezas de tela desenvueltas y colgadas haciendo ondas. Fortunata las examina, y coge algunas telas entre los dedos para apreciarlas por el tacto. «¡Qué bonita es esta cretona!». Dentro hay un enano, un monstruo, vestido con balandrán rojo y turbante, alimaña de transición que se ha quedado a la mitad del camino darwinista por donde los orangutanes vinieron a ser hombres. Aquel adefesio hace allí mil extravagancias para atraer a la gente, y en la calle se apelmazaban los chiquillos para verle y reírse de él. Fortunata sigue y pasa junto a la taberna en cuya puerta está la gran parrilla de asar chuletas, y debajo el enorme hogar lleno de fuego. La tal taberna tiene para ella recuerdos que le sacan tiras del corazón... Entra por la Concepción Jerónima; sube después por el callejón del Verdugo a la plaza de Provincia; ve los puestos de flores, y allí duda si tirar hacia Pontejos, a donde la empuja su pícara idea, o correrse hacia la calle de Toledo. Opta por esta última dirección, sin saber por qué. Déjase ir por la calle Imperial, y se detiene frente al portal del Fiel Contraste a oír un pianito que está tocando una música muy preciosa.
Se defendía, ruborosa y sonriente; le miraba con ojos malignos, encogiéndose al mismo tiempo como una niña avergonzada. Es un regalo de la marquesa... lo mejor que ella conoce para atraer á la suerte. Se acabó: no necesitas saber más. ¡Qué curioso!...
No hay duda decía Momo que mi abuela, que es la más aferrada curandera que hay debajo de la capa del cielo, tiene imán para atraer enfermos a esta casa. Ya va de tres con este, ¡sobre que en el cielo se ha de poner su mercé a curar a San Lázaro! Llegó el día de la partida. El duque estaba ya preparado en su aposento.
¡Doña Tula! ¡doña Tula! La voz del medio cíclope hizo retemblar la casa. Ahorita. Todavía tardó algunos segundos, durante los cuales D. Oscar permaneció inmóvil, cogido a la puerta como uno de esos enanos decorativos que se colocan a la entrada de los panoramas para atraer a la gente. Llegó al fin D.ª Tula.
Sentada de espaldas al escenario, parecía no haber roto un plato en todos los días de su vida, y paseaba la vista por la espléndida sala, sin fijarla en ninguna parte, con esa indiferencia con que se mira una multitud del todo desconocida: más bien que para ver, parecía estar allí para ser vista, y la exagerada elegancia, algún tanto extravagante, de su traje de terciopelo negro con camelias rojas indicaba claramente el plan preconcebido de atraer todas las miradas.
Y no es raro que se presenten ocasiones favorables para amonestar con algun fruto; porque esos hombres con su imprudencia, suelen atraer sobre sí amargos disgustos, cuando no desgracias; y entónces, abatidos por la adversidad, y enseñados por experiencia dolorosa, suelen tener lúcidos intervalos de que puede aprovecharse un amigo sincero para hacerles oir los consejos de una razon juiciosa.
En el segundo se nos presenta Isabel con un disfraz extraño, efecto de un plan que ha forjado, de entrar al servicio de Elvira como costurera, con el fin de ahondar aún más todavía la desunión que ha surgido entre los dos amantes, y al mismo tiempo de emplear todos los medios posibles en atraer á sus redes á Don Diego.
Todo le interesaba al mancebo; el vestido que había llevado al baile de la embajada francesa; los menudos accidentes que le habían ocurrido en la cacería de Cotorraso; las escenas que había tenido con su marido, etc. La linda morena seguía el plan de atraer primero su atención, captarse su simpatía a fin de ponerle blando. Clementina llegó a la sala cuando más enfrascados estaban en la charla.
Palabra del Dia
Otros Mirando