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Actualizado: 28 de mayo de 2025


Y con el dedo fué señalando toda la línea del horizonte. Comprendió Watson que para el amigo Cachafaz, hijo del desierto, «ahorita mismo» significaba una hora, dos ó tal vez tres, y «ahí cerquita» algo así como un par de leguas. Pero necesitaba ver á Celinda, estaba resuelto á buscarla, y empezó á galopar por el campo, confiándose á su buena suerte.

¡Doña Tula! ¡doña Tula! La voz del medio cíclope hizo retemblar la casa. Ahorita. Todavía tardó algunos segundos, durante los cuales D. Oscar permaneció inmóvil, cogido a la puerta como uno de esos enanos decorativos que se colocan a la entrada de los panoramas para atraer a la gente. Llegó al fin D.ª Tula.

A decir verdad, ninguna de estas teologías ocupaba largo tiempo el magín del tacaño, siempre atento á la baja realidad de sus negocios. Pero llegó un día, mejor dicho, una noche en que tales ideas hubieron de posesionarse de su mente con cierta tenacidad, por lo que ahorita mismo voy á referir.

¿No ves un penacho de humo sobre una mancha negra? ¡Ajáa! Ahorita le guipé... Y ¿no veis más acá unas motitas blancas, como triangulitos de papel? que las veo, respondió Nieves. Pues son lanchas de pescar. ¡Tan allá? ¡Yo lo creo! Y ¿de dónde son?

Don Carlos estaba en su comedor tomando el décimo mate de la mañana. Celinda, con vestido femenino, ocupaba un sillón de junco y parecía entregada á melancólicos pensamientos. El mestizo entró gritando: Patrón, el comisario dice que vaya ahorita mismo al pueblo. Han tomado preso al que robó nuestra vaca.

Echábaselas de médico; pero examinaba la cara por lo bonita que le parecía, no por buscar en ella síntomas hipocráticos; y como avanzara la noche y no había luz, tenía que acercarse mucho para ver bien. Continuaba ella en el propio sitio y postura que por la mañana. Estoy lo mismo replicó sin moverse . Desde que usted se fue, estuve llorando hasta ahorita.

Ahorita vuelvo», con un balanceo de hamaca en los diminutivos. Era el indiano que veían en lontananza ella y las tías. Doña Águeda era muy buena cocinera; conocía el empirismo del arte, y además lo profesaba por principios. Sabía de memoria «El Cocinero Europeo», un libro que contiene el arte de confeccionar todos los platos de las cocinas inglesa, francesa, italiana, española y otras.

Esta mañana dijo salió disparado el patrón... Anoche nos robaron una vaca. Pero Ricardo le preguntó algo que consideraba más interesante. ¿Dónde está tu patroncita, Cachafaz? El llamado Cachafaz, á causa de sus diabluras, sacó el índice que tenía en la nariz para señalar á lo lejos. Ahorita mismo acaba de irse. La encontrará ahí cerquita no más.

Debió de penetrar la maldita gata aquella en el pensamiento de su ama, pues como si contestara a una pregunta, le dijo de buenas a primeras: «Pues ahorita, cuando bajé a la carnicería, ¿sabe?, encontreme a la señorita Cirila. Me preguntó por el señorito, y dijo que pasaría a verla a usted, sin decir cuándo ni cuándo no.

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