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Actualizado: 22 de julio de 2025
Más para venir en conocimiento de lo que fueron y para apreciarlas en todo su valor, hay que tener en cuenta, precisamente, las exigencias de aquellas costumbres, el aspecto general de la edificación, la traza y proporciones de sus calles; y contando ya con estos antecedentes y con los datos que nos suministran los papeles viejos, podremos intentar, una casi restauración de la antigua ciudad, á partir del siglo XIV, que estimamos ha de aproximarse no poco á la verdad.
Este capítulo deberia ser muy largo, en razon de la variedad del terreno y de las diversas zonas de altura que presenta la provincia; mas como tengo que examinar, al hablar de Moxos, la cuestion concerniente á las llanuras cálidas, y en la seccion de Yungas lo que respecta á las montañas arboladas, calurosas y templadas, así como en la de La-Paz lo tocante á las encumbradas planicies y á las montañas rasas y estériles, me remito á estas diversas provincias para la indicacion de las mejores que les son comunes con Caupolican, siéndome permitido el apreciarlas con tanto mas acierto en aquellos lugares, cuanto que por mí mismo he recogido en ellos notas muy prolijas sobre la materia.
En tal situación siente vivos impulsos de salir a la calle; se levanta, se viste, pero no está segura de haberse quitado la venda. Sale, se dirige a la calle de la Magdalena, y se para ante el escaparate de la tienda de tubos, obedeciendo a esa rutina del instinto por la cual, cuando tenemos un encuentro feliz en determinado sitio, volvemos al propio sitio creyendo que lo tendremos por segunda vez. ¡Cuánto tubo!, llaves de bronce, grifos, y multitud de cosas para llevar y traer el agua... Detiénese allí mediano rato viendo y esperando. Después sigue hacia la plaza del Progreso. En la calle de Barrionuevo, se detiene en la puerta de una tienda donde hay piezas de tela desenvueltas y colgadas haciendo ondas. Fortunata las examina, y coge algunas telas entre los dedos para apreciarlas por el tacto. «¡Qué bonita es esta cretona!». Dentro hay un enano, un monstruo, vestido con balandrán rojo y turbante, alimaña de transición que se ha quedado a la mitad del camino darwinista por donde los orangutanes vinieron a ser hombres. Aquel adefesio hace allí mil extravagancias para atraer a la gente, y en la calle se apelmazaban los chiquillos para verle y reírse de él. Fortunata sigue y pasa junto a la taberna en cuya puerta está la gran parrilla de asar chuletas, y debajo el enorme hogar lleno de fuego. La tal taberna tiene para ella recuerdos que le sacan tiras del corazón... Entra por la Concepción Jerónima; sube después por el callejón del Verdugo a la plaza de Provincia; ve los puestos de flores, y allí duda si tirar hacia Pontejos, a donde la empuja su pícara idea, o correrse hacia la calle de Toledo. Opta por esta última dirección, sin saber por qué. Déjase ir por la calle Imperial, y se detiene frente al portal del Fiel Contraste a oír un pianito que está tocando una música muy preciosa.
La creciente inmigración europea en Filipinas que en pos de sí lleva todas las necesidades y superfluidades de Occidente; el conocimiento de aquellas por los naturales; el apreciarlas comparándolas con las suyas tan sencillas como primitivas, fueron causas más que suficientes para operarse la radical revolución que de pocos años á esta parte se viene observando en la manera de ser de aquellos pueblos.
Palabra del Dia
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