Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 6 de junio de 2025


Cuando han de precipitarse desde algún peñasco, se lanzan en lo hondo como desesperados desde las decoraciones que figuran las montañas; cuando desempeñan papeles de algún moribundo, que ha de retorcerse en la agonía, se ensucian y se hieren con los clavos que sobresalen en las tablas y con las astillas de las mismas, sin hacer caso de sus vestidos, que á veces les han costado mucho dinero, etc., etc

¿Querrá Dios traernos mañana un buen día? dijo con honda tristeza la señora, sentándose en la cocina, mientras la criada, con nerviosa prontitud, reunía astillas y carbones. ¡Ay! , señora: téngalo por cierto. ¿Por qué me lo aseguras, Nina? Porque lo . Me lo dice el corazón. Mañana tendremos un buen día, estoy por decir que un gran día.

387 El amor como la guerra lo hace el criollo con canciones; a más de eso en los malones podemos aviarnos de algo; en fin amigo, yo salgo de estas pelegrinaciones. 388 En este punto el cantor buscó un porrón pa consuelo, echó un trago como un cielo, dando fin a su argumento; y de un golpe el instrumento lo hizo astillas contra el suelo.

Todo el interior de la casa se escapaba en un chorro de humo, polvo y astillas. Los invasores bombardeaban á Villeblanche antes de intentar el ataque, como si temiesen encontrar en sus calles una empeñada resistencia. Cayeron nuevos proyectiles. Algunos, pasando por encima de las casas, venían á estallar entre el pueblo y el castillo.

Los bandidos sacaron más de dos mil pesos, dejaron mal herido á un religioso y á dos criados... El cura se defendió como pudo detrás de una silla, que quedó rota en sus manos... ¡Espere, espere! decía Ben Zayb tomando notas; cuarenta o cincuenta tulisanes traidoramente... revólvers, bolos, escopetas, pistolas... leon esgrimiendo, silla... astillas... herido bárbaramente... diez mil pesos...

Supongamos que ocurría una nueva guerra. Nos provocaban los ingleses, y les decíamos: «, señor, pronto estamos; nos batiremos». Salían al mar los navíos ordinarios, empezaba la pelea, y a lo mejor cátate que aparecen en las aguas del combate dos o tres de esos monstruos de hierro, vomitando humo y marchando acá o allá sin hacer caso del viento; se meten por donde quieren, hacen astillas con el empuje de su afilada proa a los barcos contrarios, y con un par de cañonazos... figúrese usted, todo se acababa en un cuarto de hora».

Yo sentí una opresión de agonía, un ansia de llorar que era como ansia de morirme... ¡Y no podía llorar, y no podía morirme! Por no poder llorar ni morirme me sentí sonámbulo. Y di un puntapié con toda mi fuerza a la puerta del sepulcro, una encantadora capillita gótica. Aunque era de hierro, la puerta voló en astillas y pavesas. Adentro del sepulcro había un ataúd cerrado con llave.

La giba de estiércol, que formaba una cortina defensiva ante la barraca, creció rápidamente, y más allá amontonáronse centenares de ladrillos rotos, maderos carcomidos, puertas destrozadas, ventanas hechas astillas, todos los desperdicios de los derribos de la ciudad. Contempló con asombro la gente de la huerta la prontitud y buena maña de los laboriosos intrusos para arreglarse su vivienda.

Varios de estos perros malditos habían ido por leña a un bosque del contorno. Uno de ellos, al regresar, tuvo que descargar su vientre, y habiendo hecho una cruz de dos astillas de roble, la clavó bien derecha en la inmundicia, y dejola. Yo fui el primer cristiano, sin duda, que atinó a pasar por aquel sitio.

Lo cierto es que había motivo para ello... Figúrese usted seiscientos cadáveres amontonados sobre la arena, revueltos con astillas de madera y jirones de lona... ¡Pobre Ligera!... El mar la había molido de golpe y hecho trizas en tal forma, que el pastor Palombo apenas ha podido encontrar entre todos sus residuos con qué hacer una empalizada para su choza... En cuanto a los hombres, desfigurados casi todos, espantosamente mutilados... inspiraba compasión el verlos asidos unos a otros, en racimos... Allí estaban el capitán con uniforme de gala, el capellán con la estola al cuello; en un rincón, entre dos peñascos, un grumete con los ojos abiertos... parecía vivo todavía; ¡pero, no!

Palabra del Dia

vorsado

Otros Mirando