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Actualizado: 26 de junio de 2025


A medida que se calmaba la agitación producida por la terrible sorpresa que se había apoderado de su alma al oír la revelación de Stein, se iba asomando a sus labios la sonrisa del desprecio.

Eran aglomeraciones de techumbres que cubrían la pendiente de una colina, asomando entre ellas la arboleda de un gran jardín.

El pianista se creyó indemnizado de sus fatigas, y asomando la cara ruborosa por encima del piano, dio las gracias a la sociedad con sonrisa triunfal. Un joven que traía el pelo sobre la frente al estilo de los elegantes de Madrid aprovechó este momento de felicidad para obligarle a tocar un vals-polca.

Todos, desde Ferragut á los últimos marineros, contemplaban como algo propio la ciudad que iba asomando en el fondo de la bahía, sus bosques de mástiles y su amontonamiento de edificios grises, sobre los cuales brillaban las cúpulas bizantinas de la nueva catedral. En torno de Marsella se abría un hemiciclo de alturas desnudas y secas, coloreadas alegremente por el sol de Provenza.

El inconveniente de esto consistía en que Papitos tenía mucha más fuerza que él. Eres lo más animal y lo más grosero... balbució Rubín , que he visto en mi vida. Si no te curas de esas tonterías, nunca serás nada. Papitos alargó el brazo izquierdo en que tenía la media, y asomando sus dedos por los agujeros, le cogió la nariz al señorito y le tiró de ella.

Repitiose el murmullo de voces: discutían como si formasen Consejo, oyéronse pasos, cada vez más cercanos, y se abrió la puerta de la sala de políticos, asomando por ella una gorra con galón de oro. Don Juan dijo el empleado con cierta cortedad , esta noche tendrá usted compañía... Dispense usted, no es mía la culpa; la necesidad... En fin, mañana ya dispondrá el jefe otra cosa.

Algunos no habían podido montar el cañón sobre una cureña fija, y llevaban una pieza de artillería terrestre, asomando su boca entre las ruedas clavadas en la cubierta. El capitán, en todos sus paseos, se sentía atraído por la famosa Cannebière, vía succionante que aspira la actividad entera de Marsella. Algunos días, un viento fresco y violento arremolinaba en ella el polvo y los papeles.

Pero en fin, la mayoría espera paseando o sentada a que Clotilde entreabra la puerta y asomando su cabeza de reina o de villana, según el papel que va a representar, les grite: Adelante, caballeros... ¿He tardado mucho? Para D. Jerónimo siempre. Es el último que sale refunfuñando y el primero que entra en el cuarto.

Jacinta echó un vistazo a todo aquel conjunto, y entre las respetables personas que formaban el corro, distinguió una cuya presencia la hizo estremecer. Era el Pituso, que asomando por entre el ciego grande y el chico, atendía con toda su alma a la música, puesta una mano en la cintura y la otra en la boca. «Ahí está» dijo al Sr. Izquierdo, que al punto le sacó del grupo para llevarle consigo.

Cuando iba á la capital, pasaba inadvertido por su aspecto rústico, con las mismas polainas que usaba en el campo, el poncho arrollado como una bufanda y asomando sobre éste las puntas agresivas de una corbata, adorno de tormento impuesto por las hijas, que en vano arreglaban con manos amorosas para que guardase cierta regularidad.

Palabra del Dia

rigoleto

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