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Actualizado: 18 de mayo de 2025
Creo que jamás ha almorzado tan á gusto el señor Montiño, y se quedará, debe quedarse añadió Quevedo cargando su acentuación de una manera perfectamente inteligible para Montiño. Temería abusar... ¡Oh! ¿qué es abusar?... por el contrario, no sabría á qué atribuir... Pues me quedo dijo Montiño con voz insegura. Pues quedáos exclamó Quevedo . Os suplico que no os vayáis... Pero si tardareis...
Papá ha almorzado solo, porque tenía una cita, y no vendrá hasta las tres: dijo, tendiendo a Pepe la mano, que él retuvo un instante entre las suyas. Pues me voy. ¡No! Ya me he cuidado de decir que tenía yo que venir al despacho. Me repugna esto de quererte a hurtadillas. A mí también; pero, ¿qué remedio? ¡Está bueno lo que pasa! el riesgo es mío y el miedo tuyo.
"¡Bendito seáis vos, Señor, quedé yo diciendo, que dais la enfermedad y ponéis el remedio! ¿Quién encontrará a aquel mi señor, que no piense, según el contento de sí lleva, haber anoche bien cenado y dormido en buena cama y, aunque agora es de mañana, no le cuenten por muy bien almorzado? ¡Grandes secretos son, Señor, los que vos hacéis y las gentes ignoran! ¿A quién no engañará aquella buena disposición y razonable capa y sayo? ¿Y quién pensará que aquel gentil hombre se pasó ayer todo el día sin comer, con aquel mendrugo de pan que su criado Lázaro trujo un día y una noche en el arca de su seno, do no se le podía pegar mucha limpieza, y hoy, lavándose las manos y cara, a falta de paño de manos se hacía servir de la halda del sayo?
Porque los bostezos delatan sueño que no puedes tener, o languidez de estómago que bien puedes tener porque almorzaste muy poco. ¡Qué esperanza! He almorzado el doble de lo habitual. Mañana, en la posta del Paso, almorzarás el triple del doble y pasado mañana en la «Celia», el cuádruple del triple. Mira que eres exagerado repuso Lorenzo riéndose.
El viejo yérguese repentinamente en el sillón. ¿A que no adivinas en qué estoy pensando, Mamette? ¡Quizá no habrá almorzado! Y Mamette, trastornada, levantando los ojos al cielo, exclama: ¡Sin almorzar! ¡Santo Dios! Pensé que hablaban todavía de Mauricio, e iba a responder que ese buen muchacho jamás se ponía a la mesa después del mediodía. Pero no, era a mí a quien se referían.
Al entrar en la pieza, echó una mirada sobre su hijo y le dijo: ¡Cómo es eso, señor! ¿Tampoco vos habéis almorzado? No cambiaron ninguno de esos saludos amables de la mañana, no porque hubiera entre ellos alguna enemistad, sino porque la flor suave de la cortesía no prosperaba en residencias como la Casa Roja. Sí, mi padre, he almorzado; pero os esperaba para hablaros.
Naturalmente decía Ido a cada instante, echando ansiosas miradas en redondo por ver si aparecía la chuleta. Jacinta entró con un plato en la mano. Tras ella vino Blas con el mismo velador en que había almorzado el señorito, un cubierto, servilleta, panecillo, copa y botella de vino.
Cálmese, don Melchor; no hable así; estos señores son mozos bien... ¿quiere que los hable?... ¡Quiero que se vayan cuanto antes! Y que me dejen en paz... ¡que se vayan a hablar mal de mí, a otra parte! repuso Melchor gritando como para ser oído por todos y entró a su cuarto diciendo en voz alta: ¡Ramona!... Deme un mate, que no he almorzado nada. Don Lorenzo, el coche está ya...
Cuanto menos se ha almorzado, más se desea comer. Es este un axioma cuya fuerza he sentido hoy en toda su extensión antes que el sol hubiese terminado su carrera.
Da gusto vivir pensó al abandonar su hotel después de haber almorzado rápidamente en un comedor donde sólo quedaban los criados. Paseó toda la tarde por el Bosque de Bolonia, y poco antes del ocaso volvió á los bulevares. Se proponía comer en un restorán, buscando luego á los Torrebianca para pasar juntos una parte de la noche en cualquier lugar de diversión.
Palabra del Dia
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