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Actualizado: 15 de junio de 2025
La idea de recompensar con alguna dádiva los cuidados que aquella muchacha le había prodigado, durante tantos días de sufrimiento, le asaltó a Ramiro por la primera vez. Díjola entonces: Abre la naveta de la izquierda de aquel bufetillo. ¿Ves una escarcela verde? Bien, tráela. Cogió tres ducados y alargóselos, exclamando: Toma para alfileres, Casilda.
El Alafrit, en cuanto la vió, si con la una mano empuñó el collar, con la otra engarfió a la hermosísima persiana, aficionado de su donosa figura, como tú pudieras estarlo si te encontraras jugando entre las flores con unos esclavillos tamaños como alfileres.
No sólo dejan flotando sobre la espalda su cabellera angelical, sino que se despojan del reloj, de las pulseras y sortijas que entregan a su papá, colgándose antes de su cuello para hacerle mil caricias como niñas sencillas y apasionadas que eran; hecho lo cual y al observar que algunos dignos oficiales del batallón de Pontevedra las contemplan, huyen ruborizadas y confusas, se recogen las enaguas con alfileres hasta dejar descubierto el pie y parte de la pierna, y en la inocencia de su corazón huyen, huyen siempre por el bosque adelante, esquivando como las ninfas de Diana las miradas ardientes de la oficialidad.
En un veladorcito puso un sortijero con alfileres, horquillas, agujas, imperdibles y un gran frasco de agua de Colonia sin destapar, con su caperuza de pergamino y sus cordones de colores. Pero, de allí a poco, pensándolo mejor, e imaginando que aquello, además de estar en contradicción con su carta, denotaba práctica de libertino a sangre fría, solamente dejó el perfume y las flores.
Al entrar á la iglesia cada una desdoblaba su paño blanco, y con suma prontitud se lo acomodaba en la cabeza, atado con alfileres, dándole la forma extraña de una especie de cartucho horizontal.
Esta tela, gruesa y pesada como la vela mayor de uno de los antiguos navíos de línea, la subieron lentamente, hasta que sus dos puntas quedaron sobre los hombros del gigante, uniéndolas por detrás con varias espadas que hacían oficio de alfileres. De este modo las ropas del Hombre-Montaña quedaban á cubierto de toda mancha durante la laboriosa operación.
Todos los días, al llegar el sol a su altura máxima, había que retrasar la marcha del tiempo diez minutos. Otros pasajeros discutían ante un tabloncillo en el que estaba la carta de navegación, examinando la mancha azul del Océano punteada de alfileres con banderitas germánicas.
Al otro día de la llegada, cuando Lucía saltó del lecho, fue su primer cuidado salir al balcón, de allí al jardín, recogiéndose la bata con unos alfileres para no mojarla en el húmedo piso. Halló a las rosas acabaditas de salir del baño de rocío, tersas, muy ufanas, adornadas cada cual con su collar de perlas o de diamantes.
El paso del toro por cerca de la barrera, con su hocico babeante y el cuello erizado de espadas, provocaba una explosión de burlas e insultos. ¡Es la Dolorosa! decían. Otros comparaban al animal con un acerico lleno de alfileres. ¡Ladrón! ¡Mal torero! Algunos, más soeces, persistían en sus injurias al sexo de Gallardo, cambiándole de nombre. ¡Juanita! ¡No te pierdas!
¿Tienes confianza en mí? ¿Crees que yo puedo ofenderte, sea cual fuere lo que te diga? No, alma mía. Habla sin miedo. Mira, Pepe: yo tengo ahorritos de lo que papá me da todos los meses para alfileres: muy poco... ¿lo quieres? No para tí, no; para tu padre. No, vida mía, gracias: no quiero nada. Pues dime que no te ofendes porque te lo haya dicho. Tú no puedes ofenderme, aunque quieras.
Palabra del Dia
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