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Actualizado: 28 de mayo de 2025
Pasó el joven más allá de los Almacenes de la Villa y examinó las casas de un solo piso alto que allí existen. Como ignoraba cuál era la que servía de abrigo a los adúlteros, resolvió vigilarlas todas. La noche se venía encima y Maxi deseaba que viniese más aprisa para dejar de ver el disco, que le parecía el ojo de un bufón testigo, expresando todo el sarcasmo del mundo.
Disimulaba el bufón su amor, le comprimía, le devoraba, le contenía, aunque por distinta causa. El padre Aliaga obedecía á sus deberes. Sacerdote, debía combatir aquella tentación impura. Cristiano, debía huir del solo pensamiento de unos amores adúlteros. El tío Manolillo debía respetar, respecto á Dorotea, otra razón gravísima para todo corazón de sentimientos elevados. Dorotea no podía amarle.
Perfidos, desleales, fementidos, Crueles, revoltosos y tiranos, Ingratos, codiciosos, mal nacidos, Pertinaces, feroces y villanos, Adulteros, infames, conocidos Por de industriosas, mas cobardes manos, Qué gloria alcanzareis en darnos muerte Teniendonos atados desta suerte?
Se estará dos años sin probar el pan, con tal que sus hijos lo coman. Ya ve la señora si soy desgraciada. Dos años hace que José empezó con estas incumbencias. ¡Se pasaba las noches en vela, sacando de su cabeza unas fábulas...!, todo tocante a damas infieles, guapetonas, que se iban de picos pardos con unos duques muy adúlteros... y los maridos trinando... ¡Qué cosas inventaba!
9 Y dijo también a unos que confiaban en sí como justos, y menospreciaban a los otros, esta parábola: 10 Dos hombres subieron al Templo a orar: el uno fariseo, el otro publicano. 11 El fariseo, en pie, oraba consigo de esta manera: Dios, te doy gracias, que no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano;
El principal motivo dramático de La justicia en la piedad, es el siguiente: El hijo libertino de un rey de Hungría concibe una pasión violenta por la bella recién casada Celaura; se apodera de ella y de su esposo, y los encierra en un castillo. Intenta entonces violentar á la cuitada para que se abandone á él, amenazándole con matar á su esposo si se resiste más tiempo á la satisfacción de sus adúlteros deseos. Celaura lucha entonces horriblemente entre el honor y el afecto á su esposo, sucumbiendo al cabo el primero; pero á pesar de esto, mata el tirano á su cautivo para poseer sólo á su esposa, que, desesperada, pide al Rey justicia contra su deshonrador y el asesino de su esposo, siendo el Príncipe condenado á muerte. La última parte del drama está consagrada á describir el combate interior que sufre el Rey entre su amor paternal y su justicia; el Príncipe cuenta muchos amigos, á causa de algunas nobles prendas que lo adornan, deslustradas, á la verdad, por su libertinaje y pasiones violentas, cuyos amigos piden al Rey que le perdone la vida; pero el Rey opta por cumplir con su deber de juez, y ordena que sufra su pena su hijo, cuando sobreviene una sedición, y los parciales del Príncipe lo libertan y lo proclaman Rey.
No quedó más que el amor puro, el amor satisfecho, el amor consagrado por la santa y misteriosa fuerza de renovación que habita en el seno de la naturaleza. ¡Si se hubieran conocido antes! ¡Cuántas veces se habían repetido esta frase de los adúlteros! Si se hubieran conocido antes, probablemente se hubieran separado sin sentir el más insignificante movimiento de atracción.
No dió un solo grito, no profirió siquiera una palabra: recorrió el palacio y mató no solo á los adúlteros, sino á toda su numerosa servidumbre. Sentóse al fin y preguntó á un negro que le acompañaba: ¿qué le parece mi venganza? No bien hubo oido de él bien lo hemos hecho, señor, le pasó de una estocada. No pudo resistir á la idea de que sobreviviese su cómplice á tan bárbara matanza.
Desde que supo la cobarde y traidora intriga urdida para que sus bienes fueran a parar al fruto de los adúlteros, no levantó cabeza. Bebió el cáliz del dolor hasta las heces. Lo bebió con la sonrisa en los labios para no desmentir sus teorías, pero el veneno produce siempre su efecto; le abrasó las entrañas. La tos fue en aumento, los esputos sanguinolentos también.
Y, diciendo y haciendo, tomó en la mano una rima de vueltas de cartas viejas, cuyo bulto se encaminaba más a pleito de tenuta que a comedia, y arqueando las cejas y deshollinándose los bigotes, dijo, leyendo el título, de esta suerte: Tragedia Troyana, Astucias de Sinón, Caballo griego, Amantes adúlteros y Reyes endemoniados.
Palabra del Dia
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