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Actualizado: 22 de mayo de 2025
María dijo Stein cuando esta hubo acabado la lectura , tú, que no conoces al mundo, no puedes graduar cuánta y qué profunda verdad hay en estos versos y cuánta filosofía. ¿Te acuerdas que te expliqué lo que era filosofía? Sí, señor respondió María , la ciencia de ser feliz. Pero en eso, señor, no hay reglas ni ciencia que valga; cada cual entiende el modo de serlo a su manera.
O una Tarsilita. ¿Te acuerdas de Tarsila que tuvo aquel lance con aquel cadete, y después con Alvarito Mesía no sé qué amoríos? Todo era inocencia decían los bobalicones de aquí. Si es claro, si genio y figura... Cuando falta una base firme... ¡Si sabrá una!... ¿Pues, Obdulita? Ya ves lo que se dijo el año pasado; después se negó, se aseguró que era una calumnia... ¡A mí, que soy tambor de marina!
Los domingos, mi mamá tenía que ponerme la corbata y encasquetarme el sombrero, porque todas las prendas del día de fiesta parecían querer escapárseme del cuerpo. Tú bien te acuerdas. Anda, que también te has reído de mí. Cuando mis padres me hablaron... así, a boca de jarro, de que me iba a casar contigo, ¡me corrió un frío por todo el espinazo...! Todavía me acuerdo del miedo que te tenía.
Te acordarás de aquel cuerpo sin igual, de aquel busto estatuario, de esos que se dan en el pueblo y mueren en la oscuridad cuando la civilización no los busca y los presenta. Cuántas veces lo dijimos: «¡Si este busto supiera explotarse...!». Pues ¡hala!, ya lo tienes en perfecta explotación. ¿Te acuerdas de lo que sostenías?... «El pueblo es la cantera.
Hombre, yo te diré repuso el capitán con cierta vacilación. Me gusta que estén así, tan amartelados, pero no me place todo lo que allí veo. Por ejemplo, tienes á todas horas metido en el hotel al fantasmón de Urquiola, que se pavonea por los salones como si ya fuese el amo. Doña Cristina no hace nada sin consultárselo. Además, ¿te acuerdas de Nicanora, el aña?
No creerían más que la verdad, chica dijo Paco. ¿Ya no te acuerdas que has dado oídos a un procurador eclesiástico llamado don Máximo, y después que éste se iba de tu casa hablabas con el teniente Paniagua por el balcón?
Tú no sabes lo que es una mujer que se muere por un hombre. ¡Pobretín, esa miel no la has catado nunca!... ¿No darías tú algo porque yo te quisiera como tú me querías a mí?... ¿Te acuerdas de cuando me adorabas, te acuerdas?... Pues figúrate que yo te adoro a ti lo mismo y que te llevo estampado en mi corazón, como tú me llevabas a mí...».
6 Testificó sin embargo uno en cierto lugar, diciendo: ¿Qué es el hombre, que te acuerdas de él? ¿O el hijo del hombre, que lo visitas? 7 Tú lo hiciste un poco menor que los ángeles, lo coronaste de gloria y de honra, y lo pusiste sobre las obras de tus manos; 8 todas las cosas sujetaste debajo de sus pies; porque en cuanto le sujetó todas las cosas, nada dejó que no sea sujeto a él.
Al verlo me sentí de nuevo avergonzado y culpable. ¡Hola! Dije, procurando demostrar completa tranquilidad. ¡Cuánto gusto de verte! ¿Quieres que demos un paseo por las márgenes del río, antes de que llegue la noche? Rafael, exclamó, sin hacer caso de mi pregunta. ¿Te acuerdas del papagayo de Huichilobos que viste ayer? Sí, dije casi como un reto. ¿Se descubrió ya el autor del atentado?
La Marquesa dice que eres demasiado formal, demasiado buena, que necesitas un poco de aire libre, ir y venir... y yo, por último, opino lo mismo, y estoy resuelto esto lo dijo con mucha energía estoy resuelto a que termine la vida de aislamiento. Parece que todo te aburre; tú vives allá en tus sueños.... Basta, hija mía, basta de soñar. ¿Te acuerdas de lo que te pasó en Granada?
Palabra del Dia
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