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Actualizado: 22 de octubre de 2025
No llores, tonta, que eso que has soñado es una mentira muy grande; todo lo que se sueña es mentira, ¡te lo digo yo! tu madre está sana y buena, y un día de estos vendrá a verte. ¿Por qué crees que yo no te quiero? ¿no te acuerdas que el día aquel que llegaste en ese vapor, fuí yo con tiíta a buscarte y te regalé confites?
Tú no sabes la gana que tenía de verte. Eres el único hombre por quien me han pegado. ¿Te acuerdas? Para mí constituías toda mi familia. ¿Qué hará? ¿Dónde estará Martín? pensaba. ¿De veras? ¡Que extraño! ¡Hace de esto tanto tiempo! Y somos jóvenes los dos. ¡Cuenta! ¡Cuenta! ¿Cuál ha sido tu vida? ¿Qué has hecho por el mundo? Martín, emocionado, habló de su vida, de sus aventuras.
¡Hermano! exclama. Y con ruidosos sollozos cae a sus pies. ¡Mi nene! ¡mi querido nene! Y Martín, en medio de sus lágrimas, lanza gritos de alegría y lo besa, lo aprieta contra él, como si quisiera no dejarlo marchar. Al fin te encuentro... ¡Oh Dios! Ahora todo irá bien... ¿no es verdad? Di... todo esto no era más que pura fantasía, pura locura. ¿Tú no sabes lo que has hecho, eh? Ya no te acuerdas.
Igualito es a su madre, ¿te acuerdas, Casilda, que Pilar era así?... Pero, aquí yo no veo motivo; el disgusto de esta mañana no pasó de una tontería; voy a subir. No, Pablo, ¿para qué? Déjalo solo; es mejor. Le dejaremos, pues; pero, hazme el favor de cambiarte de cara, Casilda. ¡Jesús! ¿por qué me lo dices? Me pareces muy preocupada, hija. Aprensión tuya, Pablo.
Justo; como se ha concluido el género femenino... Tiene usted razón, ya no hay mujeres. Para mí como si no las hubiera... ¿Qué le dije a usted ayer? Ya no se acuerda. Si ya se sabe: cosa que yo le diga a usted es como si la escribiera en el agua. De veras que se me ha olvidado. ¿Te acuerdas tú, Bárbara? No, si Bárbara no estaba presente. No importa.
En el jardín griego, uno de los bancos de mármol sostenido por cuatro victorias aladas atrajo la atención de ella, haciéndola permanecer inmóvil y pensativa. ¿Te acuerdas del «banco de los viejos»? dijo de pronto.
Pero el caso más espantoso y más triste ocurrió poco después, con una prima hermana de la viuda de Aliaga, casada joven, demasiado joven, con un señor que era entonces político conocido y persona muy influyente. Ella conocía a un muchacho... ¿te acuerdas de Isidro Acosta, aquel muchacho escritor que estaba en la Facultad cuando nosotros empezábamos el bachillerato?
¡Oh, Providencia, que alguna vez te acuerdas de los enamorados!... Gillespie, después de tales noticias, bajó al camarote para preparar sus maletas. Pero mientras cumplía este trabajo mecánico, su imaginación empezó á galopar por los campos del futuro, creando instantáneamente las escenas más risueñas. Se vió unido á miss Margaret Haynes, que había pasado á ser mistress Gillespie.
Sí, ¡ya! ¡ya! y por eso hablo yo: porque estas cosas, en tiempo. ¿Te acuerdas de la Brigadiera? ¿Te acuerdas de lo que me dio que hacer aquella miserable calumnia por ser tú noble y confiadote?... Fermo, te lo he dicho mil veces; no basta la virtud, es necesario saber aparentarla. Yo desprecio la calumnia, madre. Yo no, hijo. ¿No ve usted cómo a pesar de sus dicharachos yo los piso a todos?
Jacobo volvió a preguntar: ¿Y te acuerdas de unos sellos de lacre, dos verdes y uno rojo, que te regalé aquella noche? Sí replicó el tío Frasquito más animado. ¿Qué has hecho de ellos?... En mi álbum los tengo... ¿Quierres verrlos? Enséñamelos.
Palabra del Dia
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