United States or Slovenia ? Vote for the TOP Country of the Week !


Siendo mistress Augusta Haynes el Padre de los Maestros, era natural que Popito fuese su hija. ¿Cómo iría á terminar toda esta historia empezada al otro extremo de la tierra para reproducirse aquí en proporciones de burlesca exigüidad, pero con un carácter más dramático y peligroso?... Un mugido gigantesco penetró por su conducto auricular, haciéndole salir de su actitud reflexiva.

Esta pareja del andaluz a caballo y la maja en la reja pelando la pava, para la sentimental y romancesca mistress Mitchell, que pone los ojos en blanco al hablar de España, el país del amor, del naranjo y de las aventuras increíbles... ¡Ah!, este D. Quijote reventando a cuchilladas los cueros de vino, para el amigo Davidson, que llama a D. Quijote don Cuiste, y se las tira de hispanófilo... Bien, bien.

Estaba seguro de que le buscaba á él, trayéndole la más fatal de las noticias. Efectivamente, el telegrafista fué hacia su mesa y le entregó el despacho. Gillespie abrió el sobre con mano temblorosa, buscando inmediatamente la firma del telegrama. ¡Lo que él había pensado!... El despacho iba suscrito por mistress Augusta Haynes.

¡Oh, Providencia, que alguna vez te acuerdas de los enamorados!... Gillespie, después de tales noticias, bajó al camarote para preparar sus maletas. Pero mientras cumplía este trabajo mecánico, su imaginación empezó á galopar por los campos del futuro, creando instantáneamente las escenas más risueñas. Se vió unido á miss Margaret Haynes, que había pasado á ser mistress Gillespie.

Además, las otras iban pintadas de blanco, como payasos; llevaban pegadas á los párpados unas tirillas erizadas de pelos, que fingían larguísimas pestañas, y en los momentos de emoción se colocaban unas gotitas de glicerina, que luego, en el film, resultaban lágrimas.... En cambio, la nueva mistress Gould era de una esplendidez corporal, fresca y firme, que parecía esparcir el perfume de los bosques cuando despiertan bajo el soplo de la primavera. ¡Oh, adorada Mina!

Vió con enormes dimensiones la cara de mistress Augusta Haynes, rematada por su honorífico gorro, y que le sonreía protectoramente, como nunca le había sonreído la verdadera en el lejano país de su nacimiento. Poco á poco fué ladeando la cabeza, y desaparecieron de su redondel de vidrio el Padre de los Maestros, el orador y los grupos universitarios.

Al convencerse de que estaba despierto y bien despierto, encontró cierto placer en examinar todos los detalles físicos del ilustre Momaren, que hacían de su persona una reproducción exacta, aunque en escala reducidísima, de otra persona existente en el mundo de los gigantes humanos. El Padre de los Maestros era mistress Augusta Haynes, la madre de Margaret.

Edwin creyó durante algunos momentos que aquella miniatura de mistress Augusta Haynes iba á erguirse en su sillón para negarle por segunda vez la mano de Margaret, afirmando que ella no podía transigir con los hombres de espíritu novelesco que ignoran el medio de hacer dinero. Pero la voz del profesor Flimnap le arrancó de su asombro.

Para que mistress Augusta Haynes se decidiese á llamar al ingeniero Gillespie pretendiente que nunca había sido de su gusto era preciso que la hija estuviera en verdadero peligro de muerte. ¡Y él que se hallaba al otro lado del mundo, separado por una navegación de varias semanas!...

Desde el momento que Ra-Ra era él, y Momaren era mistress Augusta Haynes, resultaba natural que el joven universitario sólo pudiera parecerse á una persona.... Y contempló con admiración á miss Margaret Haynes, su novia del otro mundo, que á través de la lente amplificadora se mostraba casi con su tamaño ordinario.