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Actualizado: 27 de junio de 2025
La madre, llena de inquietud, intervenía para restablecer la paz, pero se burlaban de ella. La pobre temblaba sin cesar por sus terribles hijos, pues veía con espanto que los dos habían heredado el carácter irascible de su padre. Ya una vez había acudido en momentos en que Fritz, que tenía ocho años, se abalanzaba con un gran cuchillo de cocina en la mano, sobre su hermano, dos años mayor que él.
Y sírvale a usted de gobierno, por lo que pueda importarle. »No oí lo que me dijo en demostración de su contento, porque mientras un criado que había acudido a mi llamada le entregaba en el vestíbulo el sombrero y el bastón, yo buscaba, retrocediendo por el estrado, el camino del gabinete de mi madre, para darla cuenta del definitivo resultado de mis planes.
Pasando una mañana Timoteo desde la sala al comedor, D. Pantaleón, que al parecer estaba apostado en uno de los cuartos del pasillo, se arrojó sobre él de improviso, le echó las manos al cuello y hubiera concluido probablemente por estrangularle si al ruido no hubiera acudido la gente de casa. A duras penas consiguieron arrancárselo de las manos.
Pero nuestro amor al duque no es menos grande. Debéis comprender nuestra ansiedad cuando, a pesar de nuestra tercera llamada, no ha acudido junto a nosotros. ELSA. ¿Cómo? ¡No ha acudido! EL CONDE. Me llenáis de asombro. ¿No está con vosotros el duque? ¿Dónde está entonces? Desde muy de mañana esperamos con los brazos abiertos al noble prometido de mi hija.
Lo lógico, para él, es que se vean media hora, tres cuartos de hora o una hora después. Pero fíjese usted bien le digo . Una cita es una cosa que tiene que estar tan limitada en el tiempo como en el espacio. ¿Qué diría usted si habiéndose citado conmigo en Puerta del Sol, se enterase de que yo había acudido a la cita en los Cuatro Caminos?
Aquella noche, según contó después Ramón, el padre no había podido dormir: había estado agitadísimo. Ramón le había sentido andar a grandes pasos por el cuarto. Había acudido de puntillas para que no se enojase de que le espiara, y le había visto escribir. Después había vuelto a notar que andaba en el cuarto.
Por entonces tenía taller abierto Herrera y contaba con frecuentes encargos, habiendo hacia 1613 acudido á recibir sus lecciones don Diego Velázquez de Silva, que á la sazón contaba catorce años, pero que pronto tuvo que separarse de tal maestro, dicen, por la violencia de su carácter, poco apropósito para dedicarse á la enseñanza.
Ferpierre se sentía, por lo tanto, animado de una secreta desconfianza contra los personajes del drama de Ouchy, que le fue narrado por el juez de paz en la villa Cyclamens, adonde había acudido al primer llamamiento. La muerta le inspiraba mucha lástima, cierto, pero si resultaba cierto que ella misma había querido abandonar la vida, tan merecedora sería del reproche como de la compasión.
Ordinariamente se ponía para estas comidas de los sábados trajes de media etiqueta, esto es, con las mangas hasta el codo. Ahora quiso lucir su celebrado descote en honor de un diplomático extranjero que comía por vez primera en su casa. Mientras se dejaba arreglar el pelo, su espíritu vagaba distraído por los sucesos del día. No había acudido a la cita de Pepe: de seguro vendría furioso.
Al poco rato de estar allí nadie dejaba de aspirar, mascar y tragar polvo en respetables porciones. El señorito Octavio, así que estuvo sentado, experimentó un vago malestar, cuya causa no podía bien explicarse. Se arrepintió también vagamente de haber acudido á aquel sitio en busca de salvación. Vaya, vaya, vaaaya... ¿Y cómo deja usted á su señor padre y á su señora madre?
Palabra del Dia
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