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Actualizado: 18 de mayo de 2025
Se miraba en los cristales, y se detenía larguísimos ratos delante de las tiendas, como si escogiera. No paraba mientes en el susurro de los grupos, que decían: «El Rey se aburre, el Rey se va». A la entrada de la calle de la Montera la animación era, como siempre, excesiva. Es la desembocadura de un río de gente que se atraganta contenido por una marea humana que sube.
Al principio la divertí no dando a mis palabras más valor que el de lamentaciones de un estudiante a quien el colegio aburre; pero como tenía la firme voluntad de ser escuchado seriamente, puesto que en serio hablaba yo y como también estaba seguro de que sería creído si me empeñaba, le dije: «Señora, si le place dar a mis palabras el valor de una súplica, sea; si no ellas serán expresión de una pena de la cual no volverá a oír hablar.» Me dio dos golpecitos con el abanico con objeto de interrumpirme, sin duda; pero nada más tenía que decirle, y para no desmentirme abandoné el baile en seguida.
Se os pide cuatro cuartos para no recibir insultos de un miserable..., y no contestáis.... No sé dónde ir; en casa me espía mi acreedor, que quiere ser mi amante; en la calle me persiguen necios, me aburre la curiosidad estúpida de la gente.... No tengo dinero ni para escapar... ¿Para escapar adónde? Me meto en la iglesia. Esto es mío, como de todos.
LEONIE. ¡Ah...! ¡Comprendido...! Eres como todos los compañeros... ¡No tienes fe...! CIRILO. ¡Al contrario...! ¡Tengo mucha...! Estaba de maestra de instrucción primaria en un pueblecillo del centro. Conocí al hijo del alcalde. ¡Tenía que suceder así! En un pueblecillo de provincias se aburre una.
La sonrisa del cura le inquietaba, le hacía subir los colores al rostro. ¡Era tan fina y maliciosa! Es verdad, señorito... es verdad... es verdad... No me acordaba... Pero no tiene usted más remedio que ir á Madrid, señorito... no hay más remedio... Aquí se aburre usted... necesita usted más campo. Los jóvenes de provecho no pueden estarse en las aldeas toda la vida.
Después de leer estas páginas, y hacer presente á mis lectores que el indio jamás se aburre en sus fiestas, y que asiste á ellas con todo el júbilo infantil de un colegial en día de asueto, no puedo menos de recordar la pregunta que ya queda hecha. ¿Es, ó no, feliz Ambrosio? La provincia de Tayabas á principios del presente siglo.
Todos sus amigos, enamorados de Febe, le echan piropos, y ella predica sobre placeres con éxito favorable y no con el mal con que predicó el cristianismo cuando era Zoe. Febe, no obstante, se aburre en aquella remota población y suspira por Roma.
Forman un compacto grupo dispuestos a la pelea: bostezan los arcabuces mostrando sus bocas negras; que ansían vomitar muerte y les aburre la huelga: suena el clarín sacudiendo de su mudez la vergüenza, y a su son acude el dia, precedido de la incierta luz del alba, como nuncio de su próxima presencia.
María de la Luz pareció echar a broma el asunto, pero estaba pálida y su risa tenía la crispación de una mueca triste. Porque no le quiero: porque me he cansao de él, ¡ea! Es un soso que me aburre. ¿No soy yo dueña de querer al hombre que me guste?... Fermín la habló como a una niña revoltosa. Estaba mintiendo: se lo conocía en la cara. No podía ocultar que seguía amando a Rafael.
Pero al cabo llega un día en que la víctima ya no quiere trabajar de balde, se aburre de hacer méritos, y tímida y temerosa solicita respetuosamente que le señalen sueldo, sueldo, aunque sea corto. Entonces, ¿saben ustedes lo que sucede? Ya caerá en la red otro meritorio, otro infeliz, otra victima.... El pobre mancebo que sirvió fielmente dos a tres años se va a la calle.
Palabra del Dia
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