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Actualizado: 11 de junio de 2025
Algo le hacía, de seguro, la mano oculta que alimentaba las lámparas de los cielos, porque, a medida que me alejaba de él, puesto que descendía, redoblaba su fuerza penetrante. No es posible formarse idea de esos calores sin haberlos sufrido; las rocas parecen inflamadas, la tierra enrojecida calienta el aire que abrasa la cara, irrita los ojos, turba el cerebro.
Hay vida y poesía en esas horas en que el calor abrasa; pera la vírgen tiene en el espacio inmóvil la mirada. Hija gentil de una región de fuego, acaso vuela su alma por el país de rosas del idilio cuyo perfume embriaga. Tal vez sueña en las dulces sampaguitas cogidas de las ramas, para ser el collar lleno de aromas en la linda garganta.
O ponme una señal, por do se entienda Que soy hechura tuya y de tu casa: Y asi no havrá ninguno que me ofenda. Vuelve la vista, y mira lo que pasa, Fue de Apolo enojado la respuesta, Que ardiendo en ira el corazon le abrasa. Volvila, y vi la mas alegre fiesta, Y la mas desdichada y compasiva, Que el mundo vió, ni aun la verá qual esta.
Yo, que estaba arrobada, les decía Á los reyes de España: «Dios os guarde, 1970 Y extienda vuestra heroica monarquía Del clima helado á el que se abrasa y arde;» Cuando veo que dice: «Isabel mía,» Á mi lado don Juan; y tan cobarde Me hallé á los ecos de su voz, que luego 1975 Fué hielo el corazón, las venas fuego. «Traidor, respondo, tus iguales mira; Que yo soy una pobre labradora.» Y diciendo y haciendo, envuelta en ira, Sigo la puente, y me arrepiento agora: 1980 Verdad es que le siento que suspira Tal vez desde la noche hasta el aurora; Mas recelo, si va á decir verdades, Lo que se sigue á celos y amistades.
JARIFA. ¡Ay, dueño de mi cuidado! ¿Posible es que vengo a verte? ¡Ay, mi bien!, mi dulce esposo, Mi Abindarráez, mi señor, Parte sola en quien mi amor Ha dado al alma reposo; Luz de mi alma y sentido, Vida de mi entendimiento, Consuelo en mi sufrimiento, De mil celos oprimido; Rey desta alma y desta casa, Destos brazos gusto, y vida Desta tu esclava rendida, A quien justo amor abrasa, ¿Cómo vienes? ¿Vienes bueno?
El aire abrasa... y especialmente los olmos de orillas del camino, cubiertos por completo de blanco polvo, millares de cigarras pasan de uno a otro árbol. El señor subprefecto se estremece repentinamente. Allá abajo, junto a una ladera, divisa un verde robledal que parece hacerle señas.
Pero es el caso que una niña, muy guapa y muy devota a la vez, me ha pedido que ponga en letras de molde esta conseja, y ya ven ustedes que no hay forma de esquivar el compromiso. ¡Ay, que se quema! ¡Ay, que se abrasa el ánima que está en pena!
El caso tuyo insistió don Santiago, queriendo atenuar el efecto causado en el hijo por las durezas de la madre , no es para resuelto en cuatro palabras en un momento de fiebre como la que te abrasa ahora, hijo mío, de pies a cabeza: es para meditado en frío y con calma..., cómo le has de meditar tú seguramente, tomando los puntos donde deben tomarse: no en las alturas de la pasión, sino abajo, abajo en este pícaro suelo que se pisa, y entre la gente con quien uno se codea en cuanto sale de casa.
Allá va lo que pongo a la voz <i>Fanatismo</i>... «Enfermedad físico-moral, cruel y desesperada, porque los que la padecen aborrecen más la medicina que la enfermedad. Es una como rabia canina que abrasa las entrañas, especialmente a los que arrastran holapandas.
Ya el Sultán se abrasa perdidamente en el fuego mío; cuando al huir nos mire pasar por ante sus ojos y todo su poder no alcance a estorbarlo, su propio cuello se lo morderá de rabia, y para que no calme este leve sinsabor, todas las siestas le recordará su burla y nuestro amor la paloma azul, que vendrá a arrullar sobre su ventana.
Palabra del Dia
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