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Hacia el tercero o cuarto año de la Revolución, su padre la dejó sola en Saumur, para ir a servir al rey en su ejército de la Vendée, y ella entonces quiso aprovechar la libertad de que gozaba para verme; porque hacía mucho tiempo que había perdido a su madre. Fue un hermoso día para nosotros aquel en que nos llegó la noticia del inesperado viaje.

Tenían las formas más pronunciadas que las hembras vizcaínas, con algo de voluptuoso y mórbido que hacía recordar el título de «Andalucía vasca», que muchos daban á Guipúzcoa; pero en su mirada había una expresión varonil y enérgica que hacía pensar en las fanáticas heroínas de la Vendée.

Todo mi servicio se limita a Latour, a quien conoces, a ese valiente Latour que ha hecho conmigo las campañas de la Vendée y que más que un criado es un compañero seguro, un amigo fiel, sin el cual no podría pasar mi corazón.

En su juventud había soñado doña Juana con las heroínas de la Vendée; se había entusiasmado con las hazañas y penalidades de la duquesa de Berry, queriendo, como estas hembras fuertes de la religión y el legitimismo, montar a caballo, llevando sobre el pecho un crucifijo y junto a la falda de amazona un sable pendiente. Pero estos deseos no pasaron de ser vagas fantasías.

En su romanticismo de princesa nerviosa deseaba imitar a las heroínas de la Vendée, y montando un pequeño caballo, el revólver al cinto y la boina blanca sobre la trenza flotante, se puso a la cabeza de aquellas tribus armadas que resucitaban en el centro de la Península la vida y las luchas de los tiempos casi prehistóricos.

Pero ahora, después de Lutzen y Bautzen, en vez de tranquilizarse, la gente le recibía a uno con cara de mil demonios; no se podía obtener nada sino por la fuerza; cualquiera hubiera dicho que estábamos en España o en Vendée.

Volamos sobre los campos de la Vendée, la patria de Larochefoucauld y d'Elbée, de Cadoudal y Stofflet, la tierra de los chouans, donde Marceau hizo sus primeras armas, donde Hoche se cubrió de gloria. Se nos ha hecho cambiar de tren dos o tres veces, lo que nos pone de un humor infernal, y en la mañana llegábamos a Nantes, que el tren atraviesa a lento paso.

En un clima intermedio que no es ni Norte, ni Mediodía, ni Bretaña, ni Vendée, he visto y vuelto á ver con alegría el precioso y grave abrigo de Pornic, sus excelentes marinos, sus agraciadas muchachas, encantadoras bajo sus gorras puntiagudas.

Las Antillas francesas. Adiós a París. La Vendée. Saint-Nazaire. "La ville de Brest". Las Islas Azores. El bautismo en los trópicos. La Guadalupe. Pointe-