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Lavaos las manos, y limpiaos el cuello. Dad aca el agua: el fuego no se enciende? No hay quien pueda, señores, encendello? O Jupiter! qué es esto que pretende De hacer en nuestro daño el hado esquivo? Cómo el fuego en la tea no se enciende? Ya parece, señor, que está algo vivo. Quítate afuera, ó flaca llama escura, Que dolor en mirarte ansi, recibo.

Mas su hermana menor, ¿no es más hermosa que ella? Tómala, pues, en su lugar. 4 Y fue Sansón y cogió trescientas zorras, y tomando teas, y trabando aquéllas por la cola, puso entre cada dos colas una tea. 6 Y dijeron los filisteos: ¿Quién hizo esto? Y les fue dicho: Sansón, el yerno del timnateo, porque le quitó su mujer y la dio a su compañero.

Anda en la tierra otra que ha usurpado tu nombre, y que, en vez de la antorcha, lleva la tea. Aquélla no es la Diana sagrada de las incomparables flechas: es Hécate

La luz de una de las lámparas, dejada exprofeso en la otra orilla por la guardiana para que se viese el grandor del depósito, oscilaba en prolongados rieles sobre la triste transparencia del lago, y remedaba, allá a lo lejos, la tea de un sicario en alguna prisión veneciana. Tal era de fantástico aquel lago, que reflejaba un cielo de granito, que la imaginación se fingía cadáveres flotando en él.

La Petra no se sentía mujer honrada y cabal sino cuando se dedicaba al tráfico, aunque fuese en cosas menudas, como palillos, mondarajas de tea, y torraé. La otra era un águila para pañuelos y puntillas.

La idea es el ángel del pasado; la lágrima es el ángel del presente, el amor es el ángel del porvenir; , del porvenir, porque la esperanza y la fe son los primeros de nuestros amores. Cuando el hombre quiera encender fuego para quemar el mundo, quémelo todo; pero que no arrime la tea á esos tres ángeles.

Allá enfrente se divisa de la Fuerza de Santiago el histórico recinto, de almenaje señorial, que con fúnebres tapices enlútose el día aciago que vió arder entre sus muros la capilla de Rizal. ¡Ah! ¡Que apague la Discordia de su tea fratricida los impúdicos fulgores, el maldito resplandor! ¡Que la Muerte no separe lo que júntase en la Vida! ¡Que los hombres no desunan lo que uniera el Creador!

También advertimos gran abandono en los primeros campos de pan que se ofrecieron a nuestra vista, y en algunos sitios las mujeres se ocupaban en segar a toda prisa los trigos todavía lejos de sazón. Cerca de Guarromán vimos grandes sementeras quemadas, señal de que había comenzado allí su oficio la horrible tea del invasor.

Estábase incubando hacía tiempo en la República la guerra civil; Rivadavia la había visto venir, pálida, frenética, armada de tea y puñales; Facundo, el caudillo más joven y emprendedor, había paseado sus hordas por las faldas de los Andes, y encerrádose a su pesar en su guarida; Rosas, en Buenos Aires, tenía ya su trabajo maduro y en estado de ponerlo en exhibición; era una obra de diez años realizada en derredor del fogón del gaucho, en la pulpería al lado del cantor.

A cada paso descubríamos casas ruinosas, con todo el aspecto de deshabitadas, y amplios solares de otras que se han hundido. Abundan las de piedra renegrida por el tiempo, y aun hay que contar las que habrán derribado los siglos y las revoluciones..... De los desastres causados por la tea incendiaria de Ronquillo y de Fonseca, nótanse por doquier horribles vestigios.