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Allá enfrente se divisa de la Fuerza de Santiago el histórico recinto, de almenaje señorial, que con fúnebres tapices enlútose el día aciago que vió arder entre sus muros la capilla de Rizal. ¡Ah! ¡Que apague la Discordia de su tea fratricida los impúdicos fulgores, el maldito resplandor! ¡Que la Muerte no separe lo que júntase en la Vida! ¡Que los hombres no desunan lo que uniera el Creador!

Con desinteresada satisfacción se decía a mismo que había logrado contribuir al establecimiento de una cosa gratísima a Dios, e indispensable a la concertada marcha de la sociedad: el matrimonio cristiano, lazo bendito, por medio del cual la Iglesia atiende juntamente, con admirable sabiduría, a fines espirituales y materiales, santificando los segundos por medio de los primeros. «La índole de tan sagrada institución discurría Julián es opuesta a impúdicos extremos y arrebatos, a romancescos y necios desahogos, ardientes y roncos arrullos de tórtola»; por eso alguna vez que el esposo se deslizaba a familiaridades más despóticas que tiernas, parecíale al capellán que la esposa sufría mucho, herida en su cándida modestia, en su decente compostura; figurábasele que la caída de sus párpados, su encendimiento, su silencio, eran muda protesta contra libertades impropias del honesto trato conyugal.

Pero Rosita contestó don Modesto , yo no me he entrometido en la gresca, ella fue la que se entrometió donde yo estaba. Si no hubiera usted ido en casa de ese rapabarbas, cantor sempiterno; si no hubiera usted estado allí con la boca abierta, oyendo sus cantos impúdicos, no se habría usted hallado en el caso de ser testigo de ese escándalo.

Sabrá establecer una diferencia entre sus antiguos amores y su dicha presente. Seguramente no tendré que mostrarle en qué grado una belleza noble y casta, realzada por todo el brillo de la sangre y por todo el esplendor de la virtud, es superior a los halagos impúdicos de una bribona. Mientras tanto, ya está en buen camino.

Después hizo mil conjeturas, fundadas en la diferencia que existía entre la Cristeta que le perteneció y la que acababa de ver en el Retiro. ¡Cuánto mejor le sentaban las galas de señora que los oropelescos e impúdicos disfraces del teatro! Le parecía mentira que fuese la misma a quien tantas veces tuvo entre los brazos.

Mientras cantaban las fuentes en Versalles entre ninfas de mármol, y los caballeros de Luis XIV mariposeaban, con sus trajes multicolores, impúdicos como paganos, en torno de las bellezas pródigas de sus cuerpos, la corte de España, vestida de negro, con el rosario al cinto, asistía al quemadero y se ceñía la cinta verde del Santo Oficio, honrándose con el cargo de alguacil de los achicharradores de herejes.

El padre de las Moñotieso las hacía enrojecer y prorrumpir en risotadas semejantes a cocleos de gallinas, relatándolas al oído cuentos impúdicos. Eran más de veinte para la cena, y apretados en torno de la mesa, comenzaron a comer los platos que Zarandilla y su mujer servían con gran dificultad, pasándolos por encima de las cabezas.