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Pero en las pródigas Encartaciones el hierro forma montañas enteras: la explotación es á cielo abierto; sólo se necesita hacer saltar la piedra, recogerla y trasladarla, cavar, romper como en la tierra del campo, y el bracero, empujado por el hambre, llegaba continuamente en grandes bandas á sustituir sin esfuerzo alguno á todo el que abandonaba su puesto protestando contra el abuso.

La cosa es segura, muchacho. ¡Has clavado una pica en Flandes! Estábamos a fines de octubre, mediaba el otoño, y los campos reverdecidos por las lluvias hacían gala de sus follajes. Las mañanas eran límpidas, frescas, pródigas de luz; los crepúsculos breves, espléndidos, incomparables. Me placía vagar por los alrededores de Villaverde.

Mientras cantaban las fuentes en Versalles entre ninfas de mármol, y los caballeros de Luis XIV mariposeaban, con sus trajes multicolores, impúdicos como paganos, en torno de las bellezas pródigas de sus cuerpos, la corte de España, vestida de negro, con el rosario al cinto, asistía al quemadero y se ceñía la cinta verde del Santo Oficio, honrándose con el cargo de alguacil de los achicharradores de herejes.

Y yo me alegro de haber caído á pesar de mi orgullo... Pero, te lo confieso; aunque me haga feliz tu amor, tengo momentos en que soy muy desgraciada. No puedo olvidar la posición, no ya humilde, sino deshonrosa que ocupo en esta casa. Cada una de las muestras de respeto que prodigas á tu mujer en público es una saeta envenenada que viene á clavarse en mi corazón.

El envidioso asombro que aquellos muebles le inspiraban, se traducía en movimientos nerviosos y gestos desabridos; desparramaba las miradas por la estancia, y en seguida se le contraían los labios y se le dilataban las ventanas de la nariz. ¿No era una desesperación que andando por el mundo hombres capaces de gastarse aquello, hubiese mujeres como ella que, aun siendo pródigas de su cuerpo, tenían que vivir entre hambre y remiendo?

Pero de los rescates con estas gentes cobrizas, pródigas en relatos portentosos y míseras en realidades, sólo traían los navegantes algunas perlas deformes mal perforadas o vistosos guanines, joyeles de oro bajo labrados en sutiles hojas. Al volver al puerto español con mágicas noticias y pobre cargamento, los acreedores asaltaban al descubridor y embargaban el bajel dándose por engañados.

Miremos las pródigas fuentes que nos cercan: el Sena que corre á muy poca distancia, los grupos de estatuas que por todas partes vemos, los monumentos, iglesias y palacios que se divisan, los bosques de árboles que nos rodean, el Paris de la izquierda y el Paris de la derecha, los Campos Elíseos que se extienden á nuestros piés, y una vez reunida en un solo golpe de vista tan profusa copia de bellezas, llamemos, que ya es tiempo de hacerlo, hermosa á la plaza de la Concordia.

Dejad que esa nueva sangre anime nuevas formas; dejad que los almohades terminen en Sevilla el gigantesco ensayo del arte que se proponen sustituir al arte de los Umeyas ; dejad que entre tanto las dos grandes monarquías enemigas que ya no caben juntas en España desahoguen su plétora en las sangrientas batallas de Alarcos y Muradal; y entonces será tiempo de decidir cuál de estas dos nacionalidades tan llenas de vida, tan pródigas de su sabia, tan épicas en sus hechos, ha de quedar dueña esclusiva de las hermosas ciudades del Guadalquivir, con sus usos, sus artes, su lengua y su .

Al cabecear sobre el Océano, parecía tomar el gesto trémulo de un viejo galanteador que habla con sus amigas de trapos y escándalos mundanos. Introducíanse en algunas travesías entre el rebaño viajero mujeres hermosas y liberales, pródigas en sus gracias, y la paz monótona del Atlántico desaparecía instantáneamente.