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Actualizado: 16 de junio de 2025


los viste lanzarse á la pelea, Blandir la espada, sacudir la tea, Vencer, y caer en la pujante accion Mientras que , cruzando las esferas Dabas aire de Chile á las banderas, Y fuego del patriota al corazon.

No es solamente en la Alhambra donde debe ser estudiado el estilo de los árabes; merece ser estudiado en Sevilla, y, mas aun que en Sevilla, en Córdoba, en esa Córdoba medio musulmana aun despues de haber pasado sobre ella la tea de las discordias civiles, la espada de los reyes cristianos, el hacha de las revoluciones y el pico de la ignorancia y la barbarie.

Cuantos admiran tu genial vestigio grabado en el solar de tu linaje, vinculan a tu límpido prestigio la sanción de un perpetuo caudillaje. Madura en hechos la rebelde idea, mútilo el cetro de la noble España, la reconquista levantó su tea para alumbrar tu constructiva hazaña.

La morada del cacique y las vecinas viviendas de los indios principales, son sólo incendiaria tea a cuyo contacto el bosque se inflama en gigante hoguera, de la victoria de España solemnizando la fiesta; pero pronto aquella lumbre, breves momentos risueña, lo mismo que de las hojas hace del placer pavesas, y es antorcha funeraria que alumbra con llama tétrica, la realidad espantosa de las humanas miserias...!

Su nombre sacrosanto, que con incendios de Thabor llamea, en la mente del sabio es luz de idea, vida en el mármol y en el arpa canto. El enjugó de nuestra patria el llanto; su verbo fué la vengadora tea que encendió, en el fragor de la pelea, los laureles de Otumba y de Lepanto. Reverénciale, ¡oh pueblo redimido! Llanto del corazón vierte afligido por el amargo fin del gran patriota.

El espíritu se desenvuelve con el trato, con la lectura, con los viajes, con la presencia de grandes espectáculos; no tanto por lo que recibe de fuera, como por lo que descubre dentro de . ¿Qué le importa el haber olvidado lo visto ú oido ó leído, si se mantiene viva la facultad que el afortunado encuentro le revelara? el fuego prendió, arde sin extinguirse, poco importa que se haya perdido la tea.

Lo peor del caso es que aun después de hallarse la familia con el agua al pescuezo, todavía la tarasca aquella tan fashionable encargaba vestidos á París, invitaba a sus amigas para un five o'clock tea, ó imaginaba cualquier otra majadería por el estilo.

Sentado sobre aquel cañón, y rodeado de aquellos restos, supe pasaba muchas horas el matandá. Las negruzcas ruinas del baluarte de Cotta, y su inválido cañón, claramente demostraban que por allí había pasado la tea incendiaria de la piratería morisca.

España, armándose toda y rechazando la invasión con la espada y la tea, con la navaja, con las uñas y con los dientes, probaría, como dijo un francés, que los ejércitos sucumben, pero que las naciones son invencibles.

Diciendo esto, cogió una tea, y pegó fuego á la casa. Asustado Zadig dió gritos, y le quiso estorbar que cometiese accion tan horrenda; pero se le llevaba tras con superior fuerza el ermitaño. Ardia la casa, y el ermitaño que junto con su compañero ya estaba desviado, la miraba arder con mucho sosiego.

Palabra del Dia

vorsado

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