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Yo me prometia visitar mas tarde el Escorial y la Granja; pero no creia que el Pardo y otras propiedades de la familia reinante, contiguas á Madrid, mereciesen un estudio particular. Aranjuez me pareció exigir la preferencia, tanto mas cuanto que, habiendo pasado por allí en un tren del ferrocarril, sentia el atractivo que ejerce sobre los curiosos aquel oásis encantador.

Tal es el espíritu reinante en los autos de Calderón para quien quiera comprender su sentido, y tal es también el que le inspiró su autor. Pero hasta el crítico menos entusiasta no podrá dejar de admirarlo por razones importantes.

Tan grande era la ceguedad reinante por los modelos extranjeros, que se intentaba nada menos que violentar el idioma español, y someterlo al yugo de una versificación tan monótona como el verso suelto italiano, y como él arrastrándose también con trabajo, por cuya razón se empleaba siempre pocas veces por los poetas anteriores.

Hotba ó Kotba equivale á sermon, plática, arenga. En ella se contiene una especie de rogativa por la salud del soberano reinante, que concluye en estos términos: «Oh mi Dios, misericordioso con los Califas ortodoxos, distinguidos por la doctrina, la virtud y los celestiales dones de que los has colmado, que han juzgado y obrado segun la verdad y la justicia. ¡Oh mi Dios!

Por último, para que nuestra gloria y nuestra felicidad sean más estupendas y vividoras, después que pasen troce o catorce siglos, contando desde el día de la fecha, aparecerá en la risueña y fértil Bética, cuna de la dinastía reinante y patria de tu abuelo político el Gran Teodosio y de otra infinidad de personas eminentísimas, cierto escritor ingenioso y verídico, el cual ha de componer sobre los sucesos de esta noche un diálogo, donde trate de competir con el divino Platón en lo elevado y grave, y con el satírico Luciano en lo chistoso y alegre.

La vista de aquella escena me interesó, haciéndome reconciliar un poquito con esa casa reinante que tiene monopolizados para el placer los sitios mejores, y que se olvida casi totalmente del pueblo, en tanto que aloja en un palacio sus mulas reales y sus caballos de sangre azul.

Pero la política del gobierno es notablemente retrógrada; la prensa no goza, de hecho, de libertad suficiente, ni la asociacion tampoco; el príncipe reinante piensa mas en sus provechos dinásticos que en los intereses del pueblo; y como las Cámaras legislativas no representan sino á las clases privilegiadas, la administracion puede impunemente persistir en su política de resistencia.

En el espacio de dos siglos, transcurridos entre la ascensión al trono de D. Fernando y de Doña Isabel y del último Monarca de la dinastía austriaca, había recorrido la nación española su período de independencia, de gloria y de grandeza literaria; la energía con que el pueblo había resistido y hecho contrapeso á la arbitrariedad y á la tiranía reinante desde Felipe II, comenzó á ceder entonces, y, al apurarse, hubo de manifestarlo así en el terreno literario.

Con aires de princesa reinante, precedida del capitán y seguida de los oficiales, corrió las dos cubiertas; se asomó á las galerías de hierro de las máquinas y al abismo cuadrado de las escotillas de carga, recibiendo el olor mohoso de las bodegas.

No bien llegó San Vítores á Manila, principió á gestionar la realización de su pensamiento, el cual no solamente no fué secundado sino que encontró acérrimos enemigos; esto no obstante el Padre San Vítores abrigaba en su alma la más fuerte de las perseverancias; la perseverancia que emana de principios del mismo Dios, «bautizarás al idólatra» dijo, y el infatigable jesuíta firme en su propósito se dirigió al Padre Nitarht, confesor de Doña Mariana de Austria, esposa del Soberano reinante por aquella época en Castilla, Don Felipe IV, del cual consiguió aquella una Real cédula satisfaciendo ampliamente los deseos del jesuíta.