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Sin duda este drama merece algunas censuras sensatas, porque no sólo lleva impreso el sello de la fe monstruosa, que dominaba en su tiempo, ofreciendo también algunos flacos á la crítica, que se ajusta en su juicio á la moral, sino también contiene algunas faltas por lo que respecta á la composición; y, sin embargo, aun cuando nos cause extrañeza su pensamiento fundamental; aun cuando haya algo, en su desempeño, que choque con nuestras ideas artísticas, así en su conjunto como en muchos de sus detalles, revela tanto talento y tanto genio en el autor, que no podemos menos de admirarlo.

Pero dejemos por ahora esta cuestión, y examinemos las obras dramáticas, que se conservan de Monroy, como pinturas puramente poéticas de las pasiones y de los excesos frecuentes en las regiones del Mediodía. Desde este punto de vista no podemos menos de admirarlo .

Tal es el espíritu reinante en los autos de Calderón para quien quiera comprender su sentido, y tal es también el que le inspiró su autor. Pero hasta el crítico menos entusiasta no podrá dejar de admirarlo por razones importantes.

Prudencia rara, en verdad, habían de tener los demás escritores para admirarlo á la vez que los demás, ó á lo menos, para no oponerse á los sentimientos que promovía. Pedro de Torres Rámila, clérigo y maestro de gramática de Alcalá de Henares, escribió una amarga sátira contra él, que no pudo imprimirse en España por no encontrar editores, y se publicó en París en 1617, bajo el título de Spongia.

Las galas, las joyas y los cuadros, cuando eran excelentes, llevaban siempre su nombre, como para indicar su excelencia en el supremo grado . Los eruditos y los aficionados á la poesía acudían á Madrid de todos los ángulos de la Península para contemplar al hombre maravilloso, y hasta hubo italianos, que vinieron á España sólo para conocer al gran poeta . Cuando salía á la calle se reunían los curiosos para admirarlo, y hasta el Rey, cuando encontraba á este hombre extraordinario, le manifestaba su veneración y su agrado.

Pero despues de admirarlo pregunté si la Corte no permitia la propagacion en el país de aquellas razas superiores, procedentes de diversas regiones del mundo, y me dijeron que no. Todos esos tesoros son, pues, de puro lujo, sin utilidad para el Estado. Y ese palacio de los brutos ha costado millones, esos animales valen millones, y su manutencion espléndida cuesta enormes sumas anuales.

Puede usted admirarlo; le doy permiso dijo el ingeniero . Lo compré hace pocos días. Una rica pieza, ¿eh?... Pero el criado, sin hacer caso de su tono burlón, contestó: Lo pondré aparte. Temo que á la salida se equivoque alguno y se lo lleve, dejando el suyo al señor. Y guiñó un ojo, señalando al mismo tiempo los gabanes de aspecto lamentable amontonados en la antesala.

Cuando los españoles contemplaban así su propia imagen; cuando conocían de esta manera los célebres y culminantes sucesos de los tiempos pasados, y los más grandiosos é interesantes de los presentes en el brillante espejo de su poesía, ¿cómo no habían de agradecerlo al poeta, cómo no admirarlo, cuando por su mediación veían elevarse tan alto el pueblo á que pertenecían?

Sinembargo, hay algo superior á esas magnificencias, como pocos dias despues tuvimos ocasion de admirarlo desde la cima del monte Righi. Lo primero que llama la atencion al recorrer las calles principales de Berna, elegantes, limpias y muy animadas en lo general, es la curiosa estructura de sus viejas arcadas en la gran via central y otras adyacentes.

El Príncipe Constante excitó en Weimar tan general entusiasmo, que, según dice un testigo presencial, el público no se cansaba de admirarlo; Immermann afirma, en sus Cosas memorables, que al representar su Mágico prodigioso, hasta en el vulgo hizo, en Dusseldorff, efecto extraordinario; La hija del Aire fué aplaudida en el mismo teatro en su forma primitiva, y en otras ciudades lo fué un arreglo moderno de esta comedia, no poco defectuoso; Doña Diana, El Médico de su honra, El Secreto á voces, La Vida es sueño y La Estrella de Sevilla fueron largo tiempo comedias favoritas del público alemán, y son todavía en algunos lugares rayos brillantes de luz, que alumbran aquí y allí el mundo, digno de lástima, del teatro.